Las líneas suaves de Roberto Torretta han supuesto un breve paréntesis de calma y serenidad dentro del ajetreado universo Cibeles. Vestidos camiseros que siguen la línea de la cadera, estilizando y alargando la silueta en intensos tonos vino, carbón, chocolate y cereza. Las blusas de seda casan a la perfección con los pantalones anchos de franela y las faldas de talle alto, aunque son sin duda los pantalones pitillo en plata metalizada, de inspiración glam rock, y los de corte sastre en terciopelo gris perla, los reyes y señores del invierno. No faltan las gabardinas y las chaquetas tipo esmoquin elaboradas en tejidos fluidos, buscando siempre la consonancia con el resto de las prendas.
La escasa presencia de las pieles, casi siempre en discretas chaquetas y chalecos ceñidos a la cintura con cintas de seda, han calado hondo entre los asistentes, especialmente cuando dos activistas han saltado a la pasarela para protestar por el uso de pieles naturales en la moda. Para la noche, Torretta propone vestidos largos de gasa ablusonada, que dejan la espalda al descubierto gracias a estratégicos recogidos en la cadera y el cuello. Los modelos en ocasiones juguetean con las transparencias, explorando el lado más femenino de la colección.