Come saludablemente, también en el trabajo
Comer cada día fuera de casa no es sinónimo de comer mal
Las comidas de empresa son tan inevitables como, a veces, pesadas: cerrar un negocio frente a dos platos, entrantes, una cesta de pan, una botella de vino y un postre se convierte en algo que hacemos casi a diario y con lo ojos cerrados. ¿Sabes cómo comer bien fuera de casa? ¿Qué es lo más conveniente de toda la carta cuando toca salir a comer fuera?
Comer en un restaurante por motivos laborales no tiene que ser sinónimo de comer mal, o de dejar de prestar atención a las calorías y valores nutricionales de lo que tenemos delante. Las tres cuestiones fundamentales a la hora de pedir un plato: valorar los ingredientes (no está de más preguntar si no estamos seguros o no viene detallado en el menú), la preparación (al vapor, a la plana, al horno, frito...), y cerciorarnos de si lleva algún tipo de acompañamiento y en qué consiste.
Esta última, por poco relevante que parezca, es de hecho una de las reglas de oro para mantener la línea comiendo fuera de casa; las salsas y condimentos de los platos de carne, pescado o incluso de las ensaldas (una inocente salsa César puede sumar más de 60 calorías por cucharada), elevan el valor calórico de la comida casi sin darnos cuenta, añadiendo además poco o nulo contenido nutricional al plato. Las mejores opciones: las vinagretas, en el caso de las verduras frescas, y el aceite de oliva (saludable aunque con un elevado contenido calórico), por encima de las salsas con queso, nata o mantequilla.
Siempre que puedas apuesta por las carnes blancas o magras, como el pollo, el pavo, el conejo o incluso el lomo, por delante del cordero, el buey, la caza o el solomillo. El pescado también es una opción de lo más saludable, especialmente el blanco. El salmón o el atún, por su parte, son muy ricos en ácidos Omega3, aunque al ser más grasos siempre resultan menos recomendables, al menos en el día a día.
La forma en la que se cocina el plato también tiene mucho que ver con su aporte energético, e incluso con su valor nutricional: cuanto menos tiempo pase al fuego el alimento, más intactas se conservarán sus propiedades, especialmente en el caso de las frutas y verduras. Los alimentos crudos o casi crudos, como las ensaladas o las crudités, son magníficos ejemplos de comida sana con poquísimas calorías, seguidos de cerca por los alimentos cocinados al vapor, la plancha o el horno, con poco aceite y bajos en sal.
Ahora bien: a la hora de comer fuera, sin duda el principal amigo de la mesa y enemigo de la cintura es el alcohol. Si vas a acompañar la comida de una cerveza o un par de vasos de vino, opta por un postre ligero -las frutas encabezan la lista de los postres saludables, seguidas de los zumos y los sorbetes, con menos calorías que un helado convencional-, o elimínalo pasando directamente al café.
Otros trucos para mantener a raya nuestro peso comiendo fuera de casa: tomar un snack a media mañana para calmar el hambre y llegar más llenos a la hora de la comida, no comer pan (o comer muy poco e integral), y pedir siempre el acompañamiento de verduras en lugar de las (también suculentas, eso sí) patatas fritas.