Cómo prevenir el efecto 'rebote' de las dietas
Los hombres, como ellas, también sufren del efecto 'yo-yó' de las dietas alimenticias
Apenas doce meses separan estas dos imágenes de Alec Baldwin: el actor soprendía a todos poco antes de su boda junto a Hilaria Thomas, perdiendo una cosiderable cantidad de peso allá por julio de 2012. Hacía ya algunos años que el protagonista de '30 rock' dejaba atrás el 'figurín' que lucía en sus años de matrimonio junto a Kim Basinger, y el cambio resultaba más que notable, especialmente al hacer aparción en la catedral de San Patricio, en Nueva York, para dar el 'sí quiero' a la mallorquina, 25 años más joven que él.
Una imagen que parece haber cambiado drásticamente en las últimas semanas, a juzgar por las imágenes más recientes del actor: el 'efecto rebote' de las dietas no es algo que afecte exclusivamente a las mujeres, a pesar de que ellas sean quienes parezcan sufrirlo más a menudo, en parte debido a la gran cantidad de productos adelgazantes y dietas 'milagro' orientadas exclusivamente al público femenino.
Sin embargo, ellos también sufren el efecto 'yo-yó' al abandonar un régimen alimenticio especialmente duro, y que por norma se transforma en un aumento de peso muchas veces incluso mayor a los kilos perdidos durante la dieta. La razón es muy sencilla: el cuerpo humano, diseñado para la supervivencia bajo cualquier situación, tiene la capacidad de 'autorregularse' cuando percibe carestía de alimentos, sacando el máximo partido de la energía que consumimos, también cuando estamos a dieta.
Al abandonar una alimentación estricta, el organismo mantiene este mecanismo 'ahorrador' en funcionamiento: comas lo que comas, el cuerpo sacará el máximo provecho de cada comida. Lo que, en términos de ganancia de peso, se transforma en un aumento rápido y proporcional igual o mayor a los kilos que tanto nos ha costado perder.
La clave, por tanto, no está en la etapa de mantenimiento, sino en la misma dieta: olvídate de las dietas milagro, y acude a un nutricionista para que elabore un plan de alimentación acorde a tus necesidades enérgeticas, considerando tanto tu actividad física como la ingesta de proteínas, grasas e hidratos a lo largo del día. En segundo lugar, el ejercicio, clave no sólo para acelerar el metabolismo (el proceso por el que quemamos grasas, tanto las ingeridas como las almacenadas), sino para crear masa muscular y conseguir más definición en el pecho, los brazos, la espalda o el abdomen.
El tercer ingrediente de esta receta mágica sería adaptar parte de la dieta a nuestra vida diaria una vez hayamos perdido el peso. Hacer ejercicio de forma regular y mantener una alimentación saludable, rica en frutas y verduras (altas en agua, fibra y vitaminas) y proteínas magras (como el pollo o el pavo, excelentes alimentos para crear músculo sin una gota de grasa de más). Lo más importante: tomárselo con calma, no prohibirse alimentos y huir de las dietas y productos que prometen milagros a corto plazo.