Los avances en el estudio de la disfunción eréctil demuestran que sólo uno de cada diez casos tiene un origen psicológico. Los restantes se deben a causas orgánicas, y lo que es más: su diagnóstico está íntimamente relacionado con la posibilidad de sufrir un infarto de miocardio en el plazo de tres años.
Según afirma el Dr. Romero del servicio de Andrología del Hospital Nisa Pardo de Aravaca, los hombres mayores de 50 años con algún factor de riesgo cardiovascular constituyen el perfil más habitual de persona que sufre este tipo de disfunción, por lo que es imprescindible acudir cuanto antes al especialista para minimizar los daños. Lo más conveniente en estos casos: realizar un examen exhaustivo de la salud del paciente, en el que se observen, por ejemplo, los niveles de hemoglobina, los perfiles lipídicos y de testosterona, o si existe alguna alteración bioquímica.
La disfunción eréctil es una enfermedad vinculada directamente con la salud cardiovascular, y en la mayoría de casos se trata de una manifestación más del deterioro vascular asociado a la edad. Tanto es así, que la salud cardiovascular y la disfunción eréctil comparten los mismos factores de riesgo: obesidad, sedentarismo, colesterol, diabetes, hipertensión y, por supuesto, el consumo de alcohol o tabaco.
Una vez diagnosticada la causa de la enfermedad, existen distintas opciones que devuelven la capacidad de erección, si bien antes de apostar por un tratamiento u otro es fundamental recuperar hábitos de vida saludables, como adoptar una dieta sana o hacer ejercicio físico. Los efectos beneficiosos de estas actitudes se reportan en apenas seis meses.