La tumultuosa vida amorosa de Carolina de Mónaco ha logrado, especialmente desde el tercer matrimonio de ésta junto a Ernesto de Hannover, pasar a un segundo plano dentro de glamouroso Principado de Mónaco y del circuito de las Casas Reales europeas. Sin embargo, a principios de la década de los 80, y tras su sonada seperación de Philippe Junot, la bella Princesa, heredera de los rasgos de su madre, Grace Kelly, se convertía junto al empresario italiano Stefano Casiraghi en el centro de todas las portadas y revistas del corazón de la época.
La pareja, a la cabeza de la jet set más chic de la Costa Azul, contraía matrimonio civil en diciembre de 1983, y, a lo largo de los siguientes siete años se convertirían en padres de tres niños, Andrea, Carlota y Pierre, hasta el trágico accidente fatal de Casiraghi a bordo de su embarcación Pinot di Pinot en las aguas de Montecarlo.
Una desaparición que marcaría por completo a la familia Grimaldi-Casiraghi –el pequeño Pierre apenas contaba por aquel entonces con tres años de edad-, dejando un vacío que hoy, más de 20 años después, se hace patente en cada instantánea familiar gracias al asombroso parecido que los tres hijos de la pareja guardan con sus padres. De cabellos rubios y ojos azules ellos, exactamente igual que su padre, y con una larga melena oscura Carlota, al igual que su madre, los jóvenes Casiraghi se han convertido en el retrato más fiel de esta sonada historia de amor. ¿Quieres ver algunas imágenes? No te pierdas la galería de fotos.