Es el rey de los cócteles desde que James Bond lo pusiera de moda allá por los años 60 y, desde entonces, el Martini se ha convertido en un clásico que es casi imposible disociar de ese 'mezclado, no agitado' y su receta a base de vodka, casi tan famosa como el agente 007 en la gran pantalla.
Preparar un buen Dry Martini requiere, para todo entendedor en licores y bebidas que se precie, de técnica y práctica: ginebra, vermú y una aceituna, o en su defecto una corteza de limón, es todo lo que se necesita para recrear la receta original, aunque no es tan sencillo como parece. De hecho, el Dry Martini es uno de los cócteles más complejos de elaborar a la hora de conseguir el equilibrio exacto entre sabores y texturas.
Ya sea para disfrutar en un almuerzo de ejecutivos a la antigua usanza, o porque te apetezca disfrutar de él en casa, cualquier entendido te dirá que lo principal a la hora de dar con el Dry Martini perfecto es seleccionar la ginebra correcta: Tanqueray, Beefeter, Gordon's, Bombay, Blue Saphire… Dulce, semiseca o seca, no hay una mejor que otra mas allá de las preferencias personales, así que, antes de comenzar, asegúrate de que conoces el sabor y la intensidad de cada una, para que el cóctel se adapte totalmente a tu paladar.
Lo siguiente que debes controlar son las cantidades: en una proporción de cuatro a uno, procura enfriar la ginebra, el vermú, el vaso y la coctelera antes de comenzar. Una vez frío, llena la coctelera con hielo picado y las porciones correctas de alcohol (en shots de 25 ml), y mezcla el combinado sin agitarlo para evitar que el hielo pierda consistencia. Sirvelo en la copa, y exprime una corteza de limón sobre la superficie, hasta que esta quede cubierta por una finísima capa de jugo, o sustituye el limón por una aceituna. Recuerda que en la práctica esta la perfección...