Han
pasado treinta años desde que se conocieran en una fiesta
de la alta sociedad. Treinta, desde aquel primer encuentro,
que derivaría en una valiosa y extensa amistad... Pero, antes
llegó la confianza, la necesidad de compartir los sueños de
juventud, sus confidencias, sus planes de futuro y sus ideales
del príncipe azul. Fueron años de celebraciones, de la ilusión
del primer gran amor y del posterior desengaño. Fueron años
también, en los que se fueron afianzando los noviazgos sin
que ello afectara a ninguna de las dos... Isabel y Julio,
Carmen y el duque de Cádiz. La amistad se fue esculpiendo
con las acciones del día a día y el paso del tiempo. Primero,
siendo vecinas en el edificio de la calle de San Francisco
de Sales y después, cuando dejaron de vivir en la misma ciudad,
alimentando sus confidencias y preocupaciones a través del
teléfono y de los encuentros.
Pero no todo han sido mieles para las damas del corazón.
A lo largo de todos estos años, han sufrido dos separaciones
matrimoniales y, en el caso concreto de Carmen, la muerte
de un hijo y de una hijastra. A los cincuenta ya no son las
jóvenes de 19 años que empezaban a vivir. Otras inquietudes,
intereses y desvelos ocupan sus mentes pero, siempre, a lo
largo del sendero de la vida, han encontrado la una en la
otra el apoyo y el consuelo de una fiel amiga. |
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