Su divorcio fue todo menos amistoso, pero parece que el tiempo y una buena dosis de sentido común ha llevado a Heidi Klum y Seal a "enterrar el hacha de guerra" y llevarse lo mejor posible por el bien de sus cuatro hijos: Henry, de 8 años; Johan, de 7 años, y Lou, de 4; a los que se suma Leni, de 9, fruto de la relación anterior de la modelo con el exmanager de Fórmula Uno italiano Flavio Briatore, la cual fue adoptada por Seal.
La expareja lejos de seguir lanzándose acusaciones se ha citado en Disneyland para pasar un día mágico en compañía de dos de sus cuatro hijo, Henry y Lou, quienes tuvieron en placer de disfrutar de la buena armonía que existe entre sus padres junto a los que montaron en las numerosas atracciones del parque temático.
La expareja, a la que tan solo habíamos visto públicamente en una ocasión con motivo del cumpleaños de su hija Lou en octubre de 2013, compartió este viaje con algunos amigos, con los que se mostraron muy atentos.
Heidi, quien iba perfectamente conjuntada con su hija con camiseta, pantalón y zapatillas fucsias, disfrutó de un tranquilo paseo en el carrusel, mientras que Seal, algo más atrevido se montó con su hijo en una vertiginosa montaña rusa. El mejor momento entre la expareja se produjo en la popular atracción de las tazas de Disney, en donde el cantante y la modelo alemana compartieron risas y confidencias, dejando claro que los problemas que hubo entre ellos son cosa del pasado.
Seal y Heidi Klum, que contrajeron matrimonio en 2005, dieron a conocer su separación mediante un comunicado en enero de 2012, en el que se podía leerse: "Hemos disfrutado de siete años de matrimonio llenos de amor, lealtad y felicidad, pero tras mucha reflexión hemos decidido separarnos. Nos hemos profesado el mayor de los respetos el uno hacia el otro a lo largo de la relación y seguimos queriéndonos mucho, pero nos hemos distanciado. Este es un proceso amistoso y proteger el bienestar de nuestros hijos sigue siendo nuestra mayor prioridad, especialmente durante estos tiempos de transición". Una transición que duró quizás más de lo esperado, pero en la que ha acabado reinando la armonía y el respeto.