Reino Unido ha estado muy pendiente sin duda del Jubileo de Diamante de la reina Isabel en los últimos días, pero otro acontecimiento ha tenido también un especial seguimiento mediático en el Estado, y es que uno de sus matrimonios más poderosos está protagonizando uno de los mayores escándalos públicos que se conoce en la actualidad.
La historia del matrimonio formado por Kate Rothschild y Ben Goldsmith bien podría pertenecer a una novela de ciencia ficción por lo enrevesado del asunto. La pareja se casó el 20 de septiembre del 2003 en el condado de Suffolk, con una boda que fue calificada por muchos como la ‘gran boda de la década’ no sólo porque sus protagonistas procedían de dos de las mayores fortunas británicas, sino por los cerca de 600 distinguidos invitados que asistieron al enlace, entre los que se encontraron personalidades tan influyentes como los príncipes Michael de Kent y su hijo Lord Frederick Windsor así como Laura Rose, hija de Camilla Parker Bowles. Tras este sonado acontecimiento, el matrimonio continuó con su día a día alejados aparentemente de la vida pública y centrados en formar una familia que ahora cuenta ya con tres hijos de ocho, siete y cuatro años.
Sin embargo, durante los últimos días esta idílica unión sin problemas aparentes está suscitando un verdadero debate público en el país después de que Ben solicitara el divorcio a su esposa tras nueve años de matrimonio, alegando infidelidad por su parte con el rapero estadounidense Jay Electrónica (nombre artístico por el que se conoce al artista Timothy Thedford). Además, el día en que Ben descubrió unos comprometedores mensajes en el móvil de Kate, éste fue arrestado en su propia casa por la policía ante la denuncia de su esposa, que aseguró haber sido agredida por su marido, lo que complica aún más el divorcio.
Después de todos estos acontecimientos, lo que más ha llamado la atención de los británicos es la forma de actuar de la pareja tras el anuncio de su divorcio, pues lejos de adquirir un comportamiento normal en estos casos ambos se precipitaron en una auténtica batalla por Twitter. La conocida red social se convirtió durante unos días en la vía idónea para Kate y Ben, quienes expresaban sus respectivos puntos de vista y se desacreditaban el uno al otro en la red, pasando por alto el carácter público de Twitter. De hecho, fue a través de esta red social donde el propio Ben publicó un artículo que contaba la infidelidad de su mujer, un mensaje que Kate contestó a través de la misma vía dejando constancia de que ella no había sido la única culpable en su matrimonio: “Nuestro matrimonio no iba bien desde hace unos años y ninguno de vosotros tiene idea de lo que pasé junto a mi marido”, publicó.
Con todo ello, este joven matrimonio ha despertado un auténtico debate en Reino Unido, donde numerosos medios de comunicación opinan acerca de la decisión de la pareja de haber trasladado su ‘batalla’ a la red, alegando que el ciberespacio albergará sus mensajes de manera que sus hijos podrán hacerse eco de ellos en un futuro, algo que podría perjudicarles. Por otra parte, también se han desatado numerosos comentarios en el país a raíz de la relación de Kate con el rapero, una figura que nada tiene que ver con la alta sociedad británica.
Finalmente, tras el revuelo que se ha levantado con su divorcio, Kate y Ben han optado por emitir un comunicado conjunto en el que se arrepienten de todo lo ocurrido durante los últimos días: “Nos arrepentimos de lo ocurrido. Nuestras emociones y la de nuestros amigos estaban a flor de piel y en ese momento dijimos cosas en público que no debían haber traspasado lo privado. Asumimos nuestra entera responsabilidad”, reza la nota. Además, parece que ambos están tratando de llegar a un acuerdo y tal y como añaden en el comunicado, “los intereses de nuestros hijos son lo primero”, aseguran.