Tercer día de carreras en Ascot y Carole Middleton acaparó todas las miradas con su impecable estilo: elegante traje de chaqueta color champán y discreta pamela con detalles de encaje, creación de Catherine Walter. Esta diseñadora británica falleció el pasado 27 de septiembre de 2010 y era la preferida de Diana de Gales. La madre de la duquesa de Cambridge llegó a las famosas carreras de caballos junto a su esposo, Michael, en un carruaje y minutos después hacía lo propio la reina Isabel II, con un ‘look’ completamente rosa, y el duque de Edimburgo.
El príncipe Guillermo siempre quiso que la familia de su esposa se sintiera integrada en la suya y por eso, la soberana de los ingleses no dudó en invitar a Carole y Michael Middleton a la comitiva real de Ascot. Sin duda, una manera muy agradable de dar la bienvenida nuevamente a los suegros de su nieto mayor.
Conscientes de ello o no, lo cierto es que los Middleton se convirtieron ayer en los máximos protagonistas de Ascot aunque no fueron los únicos. La princesa Beatriz, hija del príncipe Andrés y Sarah Ferguson, no quiso perderse la tercera jornada y asistió al recinto con un vestido azul bajo un abrigo del mismo tono y tocado a juego. Amenazaba lluvia y tanto la princesa Beatriz como la princesa Ana, madre de Zara Phillips, que contraerá matrimonio el próximo 30 de julio, fueron previsoras y no se olvidaron en casa sus paraguas.
Pero en Ascot no solo hay sitio para caballos, sombreros, royals y familiares cercanos a la realeza. Liz Hurley asistió acompañada por un amigo y se convirtió en una de las ladies más elegantes del día, con permiso de Carole, gracias a un Versace en color nude y tocado floral. Días antes, la actriz iba comentando a través de su cuenta personal de Twitter cómo se estaba preparando para asistir a las prestigiosas carreras de caballos: “Una oración para que el jueves salga el sol”; “Probándome sombreros, va a llover” y “Brrrrr … Tratando de encajar una camiseta térmica debajo de mi Versace”.
Finalmente llovió pero el agua no consiguió empañar una jornada llena de color en la que no sólo impresionan las pamelas y tocados de las mujeres sino también los sombreros de los caballeros.