La primera noche que Mario Vargas Llosa vivió tras haber recibido el Premio Nobel de Literatura no sólo fue inolvidable para el escritor peruano, sino también para todos los que le acompañaron a Estocolmo para recoger el galardón y que, junto a él, celebraron el brillante e irrepetible acontecimiento.
En el Salón Dorado de Estocolmo, donde tras la solemne ceremonia se celebró la cena en honor a los Nobel, Genoveva Casanova se olvidó por primera vez de las muletas (las llevaba mayormente por la calle, a modo de precaución, por si le fallaba el pie que se lesionó mientras realizaba un reportaje para ¡HOLA! en Chiapas) y salió a bailar. Primero con su novio, como muestra la imagen que acompaña a estas líneas y que publica esta semana la revista ¡HOLA!, y después atendiendo a la petición de quien pronto podría ser si acaso su suegro: el flamante Nobel.
En resumen, la pareja de Gonzalo Vargas Llosa vivió la emoción de bailar la misma noche con dos Vargas Llosa. Una noche inolvidable para una familia de la que ya es una más.