Ayer, el pueblo abulense de Navalacruz se vistió de fiesta y se echó a la calle para recibir al mejor embajador del municipio, el portero del Real Madrid y de la selección española de fútbol: Íker Casillas.
Aunque el homenaje del pueblo natal de sus padres y abuelos se ha hecho esperar tras coronarse junto a la Roja campeón del mundo el pasado mes de junio, la espera ha merecido la pena y este lunes Íker era nombrado Hijo Predilecto de Navalacruz, la máxima distinción que puede concederle este municipio de 264 habitantes.
Arropado por sus padres y su orgullosa abuela, Íker recibió en el balcón del Ayuntamiento esta preciada y sentimental distinción que reconoce no sólo sus méritos deportivos sino también su labor como embajador, así como su cercanía, su humildad y su simpatía con todos y cada uno de sus aldeanos. Casillas, que a pesar de ser una estrella internacional ha sabido mantenerse con los pies en la tierra, no pudo contener las lágrimas al ver volcado al pueblo que le vio crecer y que le adopto cuando tan sólo era un chiquillo que corría por sus callejuelas haciendo travesuras.
“Aquí me siento como en casa”, declaraba Íker tras recordar sus veraneos en Navalacruz en compañía de sus familiares y amigos. “Para mí es un orgullo llevar el nombre de Navalacruz por todo el mundo”, añadía emocionado el guardameta, que no paró ni un momento en hacerse fotografías y firmar autógrafos a sus ‘paisanos’.
Pero el día aún le reportaría una sorpresa más al campeón del mundo, que sin separarse de los suyos descubrió una escultura en su honor realizada por Senén Fernández. La obra, que desde ayer lucirá en la Plazuela de Navalacruz, consiste en un monolito en el que, sobre una piedra de granito, aparece un guante de fútbol con su nombre tratando de atrapar un balón.
El guardameta ha tenido un recuerdo para toda su familia -"casi todos somos primos"-, sus amigos y "por supuesto" para Sara Carbonero, después de que desde el público algunos le gritaran: "¡Y a Sara!". La periodista deportiva fue la gran ausente de la celebración por motivos laborales, aunque Íker la tuvo presente en sus palabras y en su corazón. Casillas se está construyendo una vivienda en el pueblo abulense y este verano acudió a supervisar las obras en compañía de su chica, a la que han acogido con el mismo que cariño que profesan al portero cada vez que visita la aldea.
Íker debe mucho a su gente y su gente se lo debe a él, por eso ayer no les defraudó y volvió a mostrarse tan campechano y cercano como siempre que visita “su pueblo adoptivo”.