Máxima expectación ha despertado Tiger Woods en el British Open. Tanto en el campo de St. Andrews, donde vuelve a ser el gran favorito del tercer Grand Slam del año pese a sus discretos resultados, como fuera del mismo por el nuevo rumbo que podría tomar su vida familiar. Las preguntas acerca de su carrera deportiva concurrían con las personales en su primera rueda de prensa en Reino Unido desde que saltó a la luz el año pasado su escándalo sexual. Esquivó algunas cuestiones y otras las medio contestó.
Sobre su divorcio de Elin Nordegren, inminente y caro según los rumores –podría llegar a costarle unos 550 millones de euros–, se negó a hablar: "No voy a entrar en eso". Pero se mostró más abierto a la hora de hacer declaraciones sobre sus hijos, por quienes haría (y hace) cualquier cosa. No son sólo palabras. El Campeón interrumpió excepcionalmente la semana pasada sus entrenamientos para el Open y volvió a Estados Unidos para estar con sus hijos: Sam, de 3 años, y Charlie, de 17 meses. "Fue una experiencia increíble. Normalmente, no vengo aquí, juego dos días y vuelvo a casa, pero esta vez lo hice obviamente por mis niños, y pasamos un tiempo formidable juntos". Ellos sacan lo mejor de él: "Intento ser un mejor jugador y una mejor persona, sí; pero lo que realmente importa es que tengo dos hijos maravillosos y que me esfuerzo en ser el mejor padre posible. Eso es lo fundamental de todo".
De golf también habló. Tiger ha cambiado de putter, el palo con el que se juega principalmente dentro del green, y ahora utiliza el Nike Method 001 Putter, que permite que la bola salga con efecto top spin tras el impacto. Las razones del cambio las explicó en St. Andrews: “Siempre tuve la tentación de cambiar el putter en greenes más lentos. Suelo sentirme más cómodo cuando van rápido”. Tal vez se trate de un golpe de efecto.