Nicolás Sarkozy y Carla Bruni continúan su periplo americano, un viaje que ha durado dos días y que han aprovechado al máximo. Mientras el Presidente francés se volcaba en cuestiones de índole política, Carla Bruni participó en diversos encuentros culturales y con la juventud americana, despertando la misma expectación al otro lado del océano que la que levanta en su continente.
Su estancia en Nueva York fue una ajetreada sucesión de citas en la que quedó poco tiempo para la improvisación, aunque la pareja supo encontrar su momento de soledad. Tras la jornada de compras y el almuerzo en la Gran Manzana (donde pudimos ver sus imágenes más románticas), Carla visitó un programa de intercambios para estudiantes de arte franceses y estadounidenses, financiado con fondos privados y gestionado por su fundación. Después paseó por la academia de música Julliard School, una de las más prestigiosas de Estados Unidos y que también participa en el programa antes citado.
Tras cambiarse de vestido y con el pelo recogido, un nuevo look que no acostumbra a lucir pero que le sienta igual de bien que su habitual melena suelta, acompañó a su marido Nicolás Sarkozy a la universidad de Columbia, donde este iba a dar un discurso. Su siguiente parada fue Washington, ciudad en la que Sarkozy se reunió con el Presidente de Estados Unidos, Barak Obama, para tratar diversas cuestiones de interés para ambos países.
Acabada la jornada de discusiones, en la que ambos intentaron suavizar una relación que en algunos círculos se califica de tensa, se celebró una cena privada en la Casa Blanca en la que los Obama ejercieron de anfitriones de la pareja francesa antes de que esta volara de regreso a París. En la misma Obama recibió dos especiales regalos: las cartas credenciales del ex presidente estadounidense Benjamín Franklin, que fue el primer embajador de su país en Francia, y una colección de libros de Astérix para que sus hijas, Sasha y Malia, conozcan al héroe galo.