Todo el mundo habla de él, pero nadie sabe con certeza dónde se encuentra. A Tiger Woods parece habérselo tragado la tierra después del escándalo que se desató por sus infidelidades. El golfista no ha vuelto a ser visto en público desde el pasado 21 de noviembre, cuando asistió junto a su mujer y su hija Sam como Capitán Honorario del Standford Cardinal a un partido de fútbol americano en el Estadio Stanford, en Palo Alto (California). Tan sólo seis días después, el deportista sufría el accidente de coche que destapó sus problemas matrimoniales.
Se desconoce dónde se refugia el mejor jugador de golf de todos los tiempos, aunque hay quienes aseguran haberlo visto en diferentes lugares en el último mes. África, Francia, el sur de Florida o Arizona son algunos de los sitios donde podría haber estado estas semanas. Otros han confesado haberle visto en el vestíbulo del Hotel W en Union Square, Nueva York, testimonio que coincide con el que le situó en el Hotel Internacional Trump de la ciudad de los rascacielos, donde habría recibido el año con una atractiva rubia, bebiendo vodka y protegido por un séquito de guardaespaldas.
Pero la versión más fiable es la que le sitúa en la mansión de Jim Dolan en Oyster Bay, en Long Island (Nueva York). Dolan, un multimillonario propietario de Cablevision y del Madison Square Garden, "se puso en contacto con Tiger" según ha apuntado una fuente a la revista US Weekly. Es allí donde Woods recibe las visitas de un psiquiatra mientras realiza llamadas de telefóno desesperadas a su todavía esposa, Elin.
La ex modelo, por su parte, ha pasado sus vacaciones navideñas esquiando en los Alpes franceses, y esta misma semana ha sido vista en los alrededores de la mansión que compartía con Tiger en Windermere (Florida), de nuevo sin la alianza matrimonial.
Mientras tanto, el espectacular yate propiedad del golfista, que curiosamente lleva por nombre "Privacy" (Privacidad), departía este miércoles del norte de Palm Beach en dirección desconocida y sin señales de Tiger a bordo.
La "desaparición" pública del número uno ha dado pie a todo tipo de especulaciones, siendo la más rocambolesca de todas la que asegura que estaría recuperándose de una operación para reconstruirle la mandíbula después de que su mujer le hubiese golpeado con un palo de golf la noche que sufrió el accidente de coche. Eso es, al menos, lo que cuenta el entrenador de hockey sobre hielo Pat Burns, quien relató en una entrevista que la noche de sucesos el golfista se fue a jugar una partida de póker tras enviar un mensaje a Rachel Uchitel, dejando su móvil en casa. El teléfono recibió mensajes que Elin habría visto y cuando el golfista regresó a casa, ella le estaba esperando en la puerta pidiendo explicaciones. Tiger no quiso dárselas y de ahí que acabara recibiendo un buen golpe en la boca.