El Presidente de Estados Unidos tiene la autoridad, pero es la Primera Dama la que ejerce el liderazgo mediático. Como se ha visto otra vez en Roma. Mientras el mandatario se reunía en L’Aquila con los demás líderes del G-8 (representantes de Canadá, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia) para poner límite al calentamiento global, Michelle Obama reinaba ayer entre las Primeras Damas -en ausencia de Carla Bruni- en la Ciudad Eterna.
El programa paralelo de la primera jornada de cumbre constó de un recorrido por Roma y la Ciudad del Vaticano. El papa Benedicto XVI recibió en audiencia a diez de las esposas de los dirigentes del G-8, como la mexicana Margarita Zavala Calderón y la británica Sarah Brown entre otras. Todas, con velo y de negro, a excepción de la esposa del Presidente de Sudáfrica, que lució un tradicional traje azul, hablaron en un ambiente de cordialidad con el Pontífice. Las dos grandes ausentes fueron la Primera Dama de Francia y Michelle Obama, que se desmarcó del grupo por tener programada para el viernes una recepción en Vaticano junto a su esposo y sus hijas, Malia y Sasha.
Sí asistió a la recepción a los líderes del G-8, en la que compartió brindis con las ministras italianas Mariastella Gelmini y Mara Carfagna, así como con la esposa del Alcalde de la capital italiana, Isabella Rauti, con un vestido amarillo limón y un broche floral verde. Más tarde se unió a las actividades turísticas. Las tres damas Obama –Michelle y sus dos hijas- visitaron el Coliseo. La imponente construcción romana despertó tanta admiración a las visitantes, como ellas a los viandantes con los que se cruzaron. La Primera Dama de Estados Unidos renunció a la tarde de compras por Roma para evitar trastornos al tráfico. Habrá más oportunidades estos días.