Su boda fue el pasado sábado y esta semana Roger Federer ya ha vuelto al trabajo y está disputando el Masters 1000 de Montecarlo, donde hemos visto a su mujer, Mirka Vavrinec, lucir, además de su tripita de embarazada, una espectacular alianza de oro blanco con diamantes engastados y un gran solitario montado sobre oro blanco.
Antes de salir a la pista en este torneo, donde debutó con una victoria, el tenista suizo habló, en la rueda de prensa previa al partido, de su boda sorpresa y de lo feliz que está tras haber pasado por el altar y por convertirse en padre el próximo verano. "El matrimonio te cambia la vida, cambia tu manera de encarar las cosas. Hacía años que Mirka y yo hablábamos de boda, pero no era fácil encontrar el momento. Lo decidimos hace tan sólo unas semanas y no queríamos que fuera una gran fiesta. No hubo ningún jugador de tenis, sólo familiares y amigos próximos", comentó.
El tenista también confesó que no pudo evitar emocionarse durante la ceremonia y que incluso se le escapó alguna lágrima: "Fue un momento muy especial. Pensé que estaría más tranquilo porque llevamos mucho tiempo juntos. Hubo algunas lágrimas, me emocioné mucho y fue muy bonito saber que me quiere y que yo la quiero tanto".
Una vida unida a las listas de tenis
La vida de Roger Federer está unida a las pistas de tenis, tanto que a Mirka también la conoció en una cuando los dos participaron en los Juego Olímpicos de Sydney 2000 con la selección de Suiza. Sin embargo el destino quiso que la tenista tuviera que dejar de jugar a causa de una lesión, pero aún así sigue muy unida a este deporte gracias a su marido, a quien anima en todos los torneos en los que participa.