Desde que el pasado verano su relación saltó a los titulares de primera plana ha sido el momento más esperado, el que para muchos los más incrédulos definiría la importancia de lo que unía a Gonzalo Miró con Eugenia Martínez de Irujo. Es decir, el paso que había del romance a la relación formalizada. Era evidente que la pareja vivía desde hace meses mucho más que un amor de verano, que la cosa iba en serio y que la relación se iba consolidando poco a poco. Sin embargo, no habían dado ese paso decisivo, que en todas las relaciones y en todas las casas tiene tanta importancia (al menos simbólica): el de la presentación familiar. No pudo ser en la boda de Cayetano con Genoveva por razones que a nadie se le escapan y que tenían nombre y apellidos, y hasta ahora no habían encontrado la oportunidad adecuada. Pero en esta ocasión, la pareja dio un paso al frente, quizá en un intento de allanarse el terreno de cara a las Navidades, ya a la vuelta de la esquina. Fue en Sevilla, con motivo de una de las enésimas visitas de Gonzalo Miró a España ¿alguna vez está en Nueva York? y coincidiendo con un compromiso publicitario del hijo de la cineasta Pilar Miró. El encuentro fue en «La Pizana», para más señas, la finca que la duquesa de Montoro tiene en la localidad de Gerena. Allí se encontraba la pareja cuando llegó la duquesa de Alba procedente del palacio sevillano de Las Dueñas.
Los nervios del novio
No cuesta imaginar los nervios del novio ante la inminente presentación familiar, que si normalmente es un trago para cualquier pretendiente, más lo es en este caso con todo lo que rodeaba esta relación. Y es que no es ningún secreto la predilección que la duquesa de Alba ha tenido siempre por Francisco Rivera, algo que no le ha importado manifestar en público o en privado. No obstante, llegados a este punto, nobleza obliga, y de eso la duquesa tiene más que nadie en España. Del encuentro sólo podemos ofrecer esta instantánea, en la que se puede observar a Eugenia apoyada en el quicio de la puerta con gesto serio y a Gonzalo asomando nervioso la cabeza ante la llegada de la duquesa. Lo que allí ocurrió sólo ellos lo saben, pero, a juzgar por las declaraciones de Cayetana Fitz-James, la cosa marchó sobre ruedas: «Gonzalo es fantástico y muy simpático». Los tres compartieron, además de mesa y mantel, muchas confesiones, que marcarán un antes y un después en esta relación. Si bien a la duquesa de Alba le ha costado asimilar que su hija no se reconciliara con el torero, ahora sólo quiere la felicidad de Eugenia, y así lo asegura: «Espero que mi hija sea muy feliz».