Sonia Moldes y Jean-François Hernández, paradisíaca luna de miel en la Polinesia

Por hola.com
—¿Y niños, cuándo?
—Queremos hacer muchos viajes y después ya veremos.
—¿Cómo encuentras a Sonia?
—Impresionante. Me gusta todo de ella.
—Jean-François, y ahora montar un negocio y a vivir en España.
—Para mí, España es… mi país. Me siento mucho más español que francés. No echo de menos Francia para nada. De siempre he querido vivir en España. ahora, conociendo a Sonia, habiéndome casado con ella y teniendo todo aquí, pues… es inevitable. Ahora es todo más fácil.
—Tu familia está encantada con Sonia.
—Mi familia está impresionada con Sonia. Mi madre la considera como su hija. Y mis hermanas, mis cuñados, mis sobrinos: todos están encantados con ella. La consideran una más de la familia. Y es normal, porque Sonia es una persona especial, una mujer de las que hay muy pocas en el mundo. Mi hija la considera como una madre.

Para Sonia éste ha sido un segundo matrimonio, mientras que para Jean-François, que es padre de tres hijos, el primero. La pareja se casó cuando tan sólo llevaban diez meses de relación. —No es mi primera, no es mi primera relación —confesaba Sonia el mismo día de su boda—, y no soy una niña de dieciocho años. Creo que tengo la experiencia suficiente para estar segura, y lo estoy. Jean-François no es la primera persona que, después de romperse mi primer matrimonio, me pide casarme con él, pero es a la única que le he dicho que sí.

Acerca de cómo se llevaba con los tres hijos de su marido, Sonia comentaba: —Tengo muy buenas relaciones con los tres, pero a la mayor, Louris, la considero como si fuera hija mía. Por su parte, Jean-François respondía cuando se le preguntaba el motivo por el cual le había pedido a Sonia que se casara con él. —Parece difícil de entender con mis experiencias pasadas, pero si apacere en tu vida una persona maravillosa, guapísima e impresionante a todos los niveles, te dices: «No la puedo perder y quiero compartir todo con ella». Y en ese todo entra el matrimonio.