Reírte o fingir que lo haces tiene más beneficios de los que imaginas

Según se ha demostrado científicamente, los 'efectos secundarios' de la risa (aunque la finjas frente al espejo) alivian el dolor, aumentan el bienestar psicológico, combaten el estrés y la depresión leve, suben las defensas e incluso ayudan a adelgazar. De hecho, existe una rama de la ciencia, la gelotología, que estudia la risa como terapia.

por hola.com

¿Te has fijado en lo relajante que es un ataque de risa? ¿O lo bien que te sientes cuando un grupo de conocidos o desconocidos os reís a coro o soltáis una sonora carcajada? Reírse es una de las reacciones más humanas y gratificantes que existen. Y además, la risa tiene muchos beneficios. Puede combatir el estrés, la ansiedad, la depresión leve e, incluso, se podría aumentar las defensas y adelgazar. Y es que cuando nos reímos se ponen en movimiento alrededor de 400 músculos, que masajean todo el cuerpo y, tras la carcajada, nos sumergimos en un estado de bienestar total.

Antes de darte algunos consejos para que empieces a reírte más, te contamos desde cuándo se empezó a estudiar la risa como terapia y cuáles son los beneficios. Además te explicaremos por qué puedes empezar a reírte delante del espejo y sin motivos. Tu cerebro no notará la diferencia y se sentirá igual de bien. 

Una terapia con historia 

Los efectos saludables de la risa no son nuevos, ya que se han estudiado a lo largo de muchos años. Por ejemplo, el psiquiatra William F. Fry, de la Universidad de Stanford (EE.UU), observó en los años 60 que los efectos fisiológicos de una buena carcajada de unos tres minutos podían ser equiparables a los que se consiguen con 15 de un ejercicio aeróbico, como por ejemplo, caminar. Este especialista fue el creador de la gelotología, una rama de la ciencia que estudia los beneficios de la risa. 

Años más tarde, en la década de los 70, Norman Cousins, político, editor y profesor de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Universidad de California, sorprendió a la comunidad científica con su propia experiencia: con una autoterapia de la risa pudo combatir una enfermedad, la espondilitis anquilosante, que le causaba episodios de dolor insoportables. Según narró Cousins, la patología le fue diagnosticada tras un viaje a Rusia que le causó mucho estrés. Él mismo llegó a la conclusión de que si el éste le había causado el problema, combatir el estrés podría ayudar a superar la enfermedad.

Con el consentimiento de su médico se prescribió su propia medicina complementaria al tratamiento: altas dosis de vitamina C y largas horas frente al televisor viendo comedias y todo aquello que le hiciera reír. Tras un tiempo, observó que 10 minutos riéndose a carcajadas (desde el abdomen) le proporcionaba dos horas de sueño sin dolor, algo que no había conseguido la morfina. Su experiencia dio lugar a posteriores estudios sobre la risa como terapia.

¿Por qué la risa combate el dolor?

Según se ha comprobado, la risa aumenta la segregación de unos neurotransmisores, las endorfinas, responsables de la sensación de bienestar y de placer. Estas sustancias se segregan en una región del cerebro, el hipotálamo y se liberan al torrente sanguíneo a través de la glándula pituitaria. Se llaman endorfinas porque se producen dentro del organismo (endógeno) y se comportan como las sustancias opioides, es decir, alivian el dolor físico y producen un  estado de ánimo de alegría, euforia, placer, además de relajarnos.

Las primeras investigaciones sobre las endorfinas se realizaron en los años 70, en un grupo de corredores. Se vio que tras someterse a un entrenamiento intenso, su bienestar aumentaba, así como el umbral del dolor (la intensidad de dolor que podemos soportar). Más tarde, una investigación en la Universidad de Oxford llevada a cabo por el psicólogo Robin Dunbar y publicada en la revista médica Proceedings of the Royal Society B en 2011, vio que una carcajada intensa también segregaba endorfinas y, como consecuencia, calmaba el dolor, tal como experimentó décadas atrás Norman Cousins.  

Por si luchar contra el dolor fuera poco, otros estudios han constatado beneficios adicionales. Por ejemplo, tiene un importante papel en la estimulación de la memoria, según un estudio realizado en gente mayor por la Universidad Loma Linda (EE.UU). Otro trabajo de la Universidad de Vanderbilt, también en EE.UU, observó que 15 minutos de una buena y genuina carcajada puede quemar hasta 40 calorías. Y otras investigaciones han visto que el pensamiento positivo, optimista, el sentido del humor y la risa ayudan a mejorar el sistema inmune y protege el corazón.

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Reírse de uno mismo mejora el bienestar 

La risa también es un antídoto para sentirnos mejor y tener una vida más gratificante. Y es que se ha visto que contribuye a disminuir los niveles de cortisol (hormona encargada de aumentar la frecuencia cardiaca) y baja el estrés. También nos hace más fuertes frente a las adversidades y controla nuestra ira. Así lo indica un reciente estudio de la Universidad de Granada. Esta investigación ha visto que las personas que se ríen de sí mismas presentan un mayor bienestar psicológico. 

"La risa en sí es un mecanismo natural del organismo para liberarnos del estrés y las emociones que nos generan malestar. Podemos reír de manera espontánea ante el miedo, la rabia o por tristeza, aunque lo solamos asociar a la alegría y estados de felicidad. Por tanto, es terapéutica en sí. Por supuesto, existen metodologías como la risoterapia, el yoga de la risa e incluso la risexterapia, como entrenamiento para generarnos beneficios en las diversas áreas de nuestra vida, pues están comprobados científicamente sus efectos beneficiosos para el organismo tanto a nivel físico, psicológico, mental y emocional, como relacional, afectivo y sexual", explica la psicóloga Ana Sierra, experta en risoterapia, yoga de la risa y sexóloga. 

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Finge que ríes, tu cerebro no lo notará

Los más pequeños son nuestros grandes maestros de la risa. Lo hacen de forma espontánea y continuamente encuentran motivos para desternillarse de risa. Un niño, de hecho, puede reírse hasta 300 veces al día. Sin embargo, cuando somos jóvenes nos reímos menos, unas 20 o 30 veces y nuestra risa es más intelectual y menos franca. De adultos podemos hasta olvidar qué es reír. ¿Y qué podemos hacer para poder a recuperar sus efectos saludables? Una buena idea puede ser apuntarse a una escuela de risoterapia.

"Los talleres ayudan a conocer las técnicas y liberarnos de las tensiones para desconectar, lo cual es muy necesario teniendo el cuenta el estilo de vida que suele llevar la mayoría, más aún en las grandes ciudades. El grupo refuerza y ayuda a que el juego fluya y la desconexión se haga efectiva alejando las preocupaciones, la ansiedad y reforzando la autoestima por el apoyo social que supone. Sin embargo, lo ideal es que todo lo aprendido en los talleres se lleve a la vida diaria y se practique cada día", señala la experta en yoga de la risa. ¿Cómo? Muy fácil buscando motivos, o inventándotelos y fingiendo que te ríes.

"Podemos empezar a practicar estando a solas ya que el simple hecho de forzar la sonrisa o incluso la carcajada, ofrece beneficios a nuestro organismo. Nuestro cerebro no entiende si me río con razón o sin ella, al igual que cuando imaginamos que mordemos una rodaja de limón sentimos su ácido y salivamos, pero el limón no existe físicamente. Este truco, nos ayudará a liberar las sustancias necesarias para comenzar a sentirnos bien. Además de las endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad, también vamos a segregar oxitocina, conocida como la del cariño, la dopamina o motivacional y serotonina, reguladora de nuestro estado de ánimo", concluye Ana Sierra. 

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