Desmontando mitos: nadie se traga la lengua
Existe la firme creencia popular, equivocada y totalmente desaconsejada, de que, cuando una persona se desploma y cae inconsciente al suelo, puede tragarse la lengua y que, por ello, hay que tirar de ella y tratar de sacársela a toda costa
Quizás nunca nos haya tocado vivirlo en primera persona. Pero en los últimos años, sí lo hemos podido ver en eventos deportivos televisados: un jugador sufre un desvanecimiento o un encontronazo fortuito y cae al suelo. Sus propios compañeros acuden raudos a socorrerlo y “evitan que se trague la lengua” introduciendo sus dedos en la boca de la víctima. Sin embargo, esta actuación bienintencionada, e incluso habitualmente aplaudida por los medios de comunicación, puede conllevar serias lesiones en la víctima y hace peligrar la integridad de los dedos de los voluntariosos socorristas. Entonces, ¿qué debemos hacer ante una persona inconsciente?
Lo principal es intentar no dejarnos llevar por los nervios para poder actuar de la manera más adecuada y con la máxima celeridad. Mantener la calma implica conocer de antemano cómo debemos actuar y, para ello, la formación en primeros auxilios es fundamental. Recuerda: ante una situación de emergencia, cada segundo cuenta y tenemos que ser capaces de poder ayudar hasta la llegada de los servicios sanitarios. Nunca se sabe cuándo ni a quién le puede suceder, por lo que, tener estos conocimientos y saber utilizarlos puede salvar una vida.
¿Qué ocurre con la lengua cuando caemos inconscientes?
La lengua es un órgano constituido por músculos en su práctica totalidad. Ante una pérdida de conocimiento (sea cual sea el motivo), se relaja y, en función de cómo esté situada la víctima, puede desplazarse hacia atrás por su propio peso, apoyándose en la pared posterior de la faringe. Esto puede ocluir las vías respiratorias y, por tanto, impedir el paso del aire hacia los pulmones. Pero en ningún momento, puesto que en su parte posterior se encuentra anclada a la mandíbula, la lengua puede llegar a tragarse. Es anatómicamente es imposible. Por tanto, sí existe un riesgo real para la vida de la persona inconsciente: la obstrucción de la vía aérea, pero no el atragantamiento por la lengua.
Y ¿por qué está mal intentar sacar la lengua de la boca?
Porque con nuestras propias manos contribuimos a obstruir la vía aérea, dificultando con ellas el paso del aire hacia los pulmones y pudiendo llegar a empujar la lengua hacia dentro al introducir los dedos. Además, podemos provocar la pérdida de piezas dentales, heridas en los labios, encías y mucosas. Por otro lado, si la víctima convulsiona, en el mejor de los casos terminaremos con heridas en nuestros dedos y en el peor, podemos perder alguno de ellos…
Entonces ¿qué debemos hacer ante una persona inconsciente?
1. Si nos encontramos a una persona en el suelo o la vemos caer, en primer lugar debemos valorar su situación y confirmar si se halla consciente o no. Para ello, nos situaremos junto a la víctima y comprobaremos si responde al hablarle o al estimularle sacudiendo suavemente los hombros.
2. En el caso de que no obtengamos respuesta, la siguiente medida será valorar si respira. Para ello realizaremos una sencilla maniobra con la que retiraremos la lengua, abriendo la vía aérea. Es la denominada maniobra frente-mentón. Con una mano apoyada en la frente, tiramos hacia detrás inclinando suavemente la cabeza al tiempo que, con los dedos de la otra mano situados bajo la barbilla, elevamos el mentón.
3. Si, tras despejar la vía aérea de esta manera, comprobamos (empleando no más de 10 segundos) que la víctima respira con normalidad, lo ideal sería situar al paciente en una posición lateral de seguridad. Con ello mantendremos la vía aérea abierta, ya que la lengua en esta posición cae hacia un lado por su propio peso y evitaremos la aspiración de fluidos (saliva, secreciones o vómitos).
4. A continuación, llamaremos al 112, el número del teléfono europeo de emergencias, e informaremos de que nos encontramos ante una persona inconsciente que respira. Permaneceremos junto a la víctima a la espera de los equipos de emergencias y comprobaremos, frecuentemente, que continúa respirando con normalidad.
Si, tras despejar la vía aérea (paso 2), comprobamos que la víctima no respira o no lo hace con normalidad, inmediatamente debemos alertar a emergencias e informar de que nos encontramos ante una persona inconsciente que no respira o que no respira con normalidad. Pondremos el teléfono en modo manos libres y no colgaremos hasta que nos lo indiquen. Así, el operador de emergencias podrá proporcionarnos apoyo telefónico para iniciar de inmediato las maniobras de resucitación cardiopulmonar o RCP, mediante compresiones torácicas y respiraciones boca a boca.
Miguel Garvi García . Enfermero de urgencias hospitalarias en el Servicio Extremeño de Salud. Vocal de Enfermería de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) en Extremadura.