El cuello y la espalda son dos de las partes de nuestro organismo que más sufren como consecuencia del estrés diario. Las malas posturas, la tensión acumulada o las lesiones deportivas pueden traducirse en forma de molestos nudos o contracturas musculares que nos causan dolor y nos impiden realizar determinados movimientos. Se trata de contracciones involuntarias, duraderas o permanentes, de uno o más grupos musculares que suelen aparecer al realizar un esfuerzo. Entre sus síntomas más frecuentes destacan el abultamiento o inflamación de la zona, dolor y alteración del funcionamiento normal del músculo.
Pero, además, entre sus causas también figuran el estrés emocional y psicológico, capaces de provocar una serie de reacciones en el cuerpo que afectan al sistema nervioso causando rigidez en el cuello y tensión muscular. Asimismo, un exceso de sedentarismo puede causar una falta de tonificación muscular por inactividad
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