Como en cualquier otro aspecto de la vida los excesos nunca son buenos y, a excepción de los deportistas de élite, excedernos en nuestro entrenamiento diario puede llegar a pasarnos factura, no solo en forma de lesión, sino también psicológicamente al autoimponernos unas metas y objetivos muy difíciles de alcanzar y que pueden acabar afectando a nuestra propia autoestima. Un aspecto en el que la resiliencia puede resultarnos de gran ayuda.