Cómo lidiar con la presión y superación autoimpuesta en el deporte
Ser más resilientes nos ayudará a que el deporte no se convierta en una obsesión que pueda mermar muestra confianza
El deporte es una excelente herramienta que nos puede ayudar en muchas facetas de la vida. Nos ayuda a mantener un buen estado de forma física, ayuda a prevenir enfermedades como la diabetes, obesidad o la hipertensión y, además, su práctica regular libera endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad, que nos hacen reducir los niveles de estrés, ayudando a desconectar de los problemas de la vida diaria. Unos importantísimos beneficios que nos han llevado a integrarlo en nuestro día a día como parte de un estilo de vida saludable. Los expertos apuntan que lo ideal para mantenernos sanos es realizar unos 30 minutos al día de ejercicio moderado pero, ¿qué pasa cuando el deporte se convierte en una obsesión aunque nuestra carrera no dependa de ello?
Como en cualquier otro aspecto de la vida los excesos nunca son buenos y, a excepción de los deportistas de élite, excedernos en nuestro entrenamiento diario puede llegar a pasarnos factura, no solo en forma de lesión, sino también psicológicamente al autoimponernos unas metas y objetivos muy difíciles de alcanzar y que pueden acabar afectando a nuestra propia autoestima. Un aspecto en el que la resiliencia puede resultarnos de gran ayuda.
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Resiliencia aplicada al deporte
La capacidad de las personas para adaptarse y superar circunstancias difíciles en sus vidas y poder levantarse después de una derrota es un factor clave de cara al éxito en el deporte. Un aspecto que queda perfectamente recogido en el libro Tú también puedes! La resiliencia se aprende escrito por doctora Rafaela Santos, neuropsiquiatra y presidenta del Instituto Español de Resiliencia (IER). Los deportistas profesionales suelen estar acostumbrados a lidiar con el estrés de la alta competición, la decepción de una derrota y la presión por superarse a sí mismos, pero en el resto de las personas unos altos niveles de autoexigencia pueden suponer un gran problema.
En la mayoría de los casos estas presiones vienen de nosotros mismos, en un afán de superación que, en ocasiones, puede ser positivo a la hora de motivarnos para alcanzar nuestras metas pero que, en otras, no somos capaces de controlar. Deseamos sentirnos queridos, validados y demostrar al mundo lo que valemos o que somos más fuertes que nadie solo por impresionar a los demás, pero causándonos un profundo daño a nosotros mismos que nos puede empujar, incluso, a querer abandonar nuestra actividad por miedo a decepcionar a nuestro entorno y a nosotros mismos.
En estas situaciones críticas, ser capaces de identificar nuestras fortalezas y debilidades nos ayudará a no perder el foco y centrarnos en objetivos mucho más realistas, dado que nuestra vida o nuestra carrera no dependen de ello. Gestionar el estrés en estas situaciones será clave para que sigamos mejorando poco a poco, sin presión y sin sensación de derrota. El deporte debe ayudarnos a disfrutar y ser más fuertes en todos los aspectos, nunca suponer algo a lo que tener miedo o nos haga sentir más débiles.