Es algo que puede llegar a desesperarnos: esforzarnos en controlar nuestra alimentación y en hacer ejercicio físico con el objetivo de perder peso, y que esto no ocurra. Cuesta mucho ponerse a dieta. En realidad cuesta modificar cualquier pauta de alimentación, por pequeña que sea, del mismo modo que cuesta esquivar el sofá para ir al gimnasio a hacer ejercicio y a cansarnos (porque esto es lo que ocurre cuando hacemos deporte). Pero cualquier esfuerzo puede verse compensado si finalmente la báscula nos da una alegría y nos muestra un descenso en el peso, o sencillamente volvemos a entrar en aquellos vaqueros que se nos habían quedado pegados.