Por mucho que queramos evitarlo, la grasa que acumulamos en exceso porque consumimos más calorías de las que gastamos va a parar a nuestro abdomen. Y sobre todo a partir de los 40 años, cuando nuestra masa muscular disminuye, quemamos calorías más despacio que cuando somos jóvenes y nuestro nivel de estrógenos, responsables de la distribución de la grasa corporal, caen en picado. Librarte de esa grasa no es tan sencillo como nos gustaría, y si no sumamos esfuerzo y constancia es muy difícil que alcancemos los resultados deseados.