1/1 © iStock

Seguramente una de las cosas que más nos fastidia cuando salimos a correr es que aparezca el temido flato y nos obligue a aminorar (o a detener) nuestra carrera. Siempre nos pilla de sorpresa, no sabemos qué hemos hecho para provocarlo, y menos qué hacer para que desaparezca.

Más sobre: