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La penitencia de muchas dietas es la sensación contínua de hambre y la necesidad de picar algo de vez en cuando. A veces parece que basta que no debamos hacer algo para que sea precisamente lo único en lo que podemos pensar. Pero lo cierto es que esta cuestión de tener hambre a todas horas es subjetiva y muy personal. Hay quien es capaz de seguir la pauta de una dieta concreta sin desviarse lo más mínimo, y quien no deja de pensar las ganas que tiene de comer algo.

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