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Es normal que esto te haya pasado alguna vez: estás en la cama intentando conciliar el sueño, pero tu estómago te reclama comida y te impide dormir. Entonces te levantas de la cama y, en lugar de tomar algo ligero, como un vaso de leche, que te permita calmar el gusanillo y dormir, lo que haces es comer aquellos alimentos rebosantes de calorías que encuentras a tu paso. Cuando se trata de un hecho aislado, no pasa de ser una anécdota. Pero para muchas personas se trata de una constante en su vida que supone un riesgo para su salud y bienestar.

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