Además de exponiéndonos al sol, eso sí, con un factor de protección adecuado a nuestro tipo de piel, podemos aportar vitamina D al organismo a través de la alimentación. Los pescados azules la contienen, el hígado de ternera y los huevos también. Hay, asimismo, alimentos fortificados y, si nuestros niveles son muy bajos, hay que consultar con el médico por si es necesaria la toma de suplementos.