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Nuestro actual ritmo de vida va acompañado de cierta prisa y de un nivel de estrés que dificulta encontrar el tiempo y el espacio adecuados para disfrutar del momento de la comida. De hecho, es muy habitual que comamos cualquier cosa, de manera rápida, sin disfrutar ni de la comida, ni de la compañía de los demás. 

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