Nos ha pasado a todos y en más de una ocasión: hay días en los que nuestro cuerpo parece pedirnos cualquier cosa menos ir al gimnasio. Y es muy posible que cuando eso ocurre pienses que tu cuerpo es muy sabio y que harás bien quedándote en casa, haciendo acopio de energía para ir a entrenar al día siguiente a tope de energía.