A veces olvidamos que la infancia también no está exenta de preocupaciones y problemas, y que no hay que esperar a llegar a la etapa adulta para aprender a resolverlos. Es más, la infancia y adolescencia son momentos claves para enseñar nuestros hijos a tener una actitud resiliente ante la vida, para que crezcan con una sintiéndose fuertes y llenos de optimismo ante la complicaciones de la vida.