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Lo normal es que al hacer las maletas para irte de vacaciones pienses en meter el bikini y no el portátil, pero es posible que en poco tiempo (si no te está ocurriendo ya), empieces a pactar con tu empresa las llamadas trabacaciones, y te vayas a la playa con el bronceador y el ordenador a cuestas. Pero tranquila, en principio no se trata (o no debería tratarse) de quitarle tiempo de descanso a tus vacaciones para dedicárselo al trabajo. La idea parte de que cada vez más empresas entienden que pasar muchas horas en la oficina no es siempre la opción más efectiva, y muchas de ellas pactan repartir el tiempo de trabajo entre su propia sede y la casa del trabajador. Y quien dice casa del trabajador, dice un hotel en la costa o una casa rural en mitad de la montaña.

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