No podemos negarlo, pasamos gran parte de nuestra vida pensando en aquello que no tenemos y que nos gustaría tener. Por lo general, estamos convencidos de que nos faltan cosas, bien para ser más felices, bien para sentir que prosperamos ante los demás. Piensa en todo en todo el tiempo que inviertes imaginando lo feliz que serías con un coche mejor o con una casa más grande. O en cuánto mejoraría tu vida si tuvieras pareja o pudieras disfrutar de unas vacaciones en un destino paradisíaco. Muchas de estas cosas nunca sucederán aunque nos empeñemos en ello. Pero tales llegan a ser nuestros deseos que, en ocasiones, empleamos mucho esfuerzo y energía en conseguirlos, y cuando las cosas no ocurren como habíamos planeado, inevitablemente nos sentimos mal.