¿Qué es? ¿Cómo se transmite? Ébola, preguntas y respuestas sobre la enfermedad
Una auxiliar de enfermería española se convierte en el primer caso de infectada por el virus fuera del continente africano
Ébola. Es, tal vez, la palabra que más se está repitiendo en nuestro país en las últimas horas. Todo empezó este lunes, a media tarde, cuando comenzaron a sonar todas las alarmas por un posible caso de Ébola en nuestro país, el primer caso de un contagiado fuera de África, donde se había manifestado la epidemia hasta este momento. Se trataba de una auxiliar de enfermería que había estado en contacto con los dos religiosos españoles infectados por el virus que han sido repatriados en los últimos meses, Manuel García Viejo y Miguel Pajares, que finalmente fallecieron. Los dos análisis que se le practicaron a la mujer, de 44 años, en la Fundación Hospital de Alcorcón, daban positivo. En ese momento, comenzaron a surgir un buen número de dudas, preguntas que buscan respuestas, sobre todo, para afrontar esta situación –sin duda, preocupante-, con sentido común.
¿Qué es el ébola?
La enfermedad por el virus del Ébola es una enfermedad grave, con frecuencia letal, cuya tasa de mortalidad puede llegar al 90%. La enfermedad, también llamada fiebre hemorrágica del Ébola, afecta a personas y a primates no humanos (monos, gorilas, chimpancés).
¿Cuál es su origen?
El virus toma el nombre del río Ébola, que se encuentra cerca de una aldea de la República Democrática del Congo donde se detectó por primera vez en 1976. Se considera que el origen del virus está en un tipo de murciélago de la fruta, especie considerada huésped natural del virus, concretamente las variantes Hypsignathus mostrosus, Epomops franqueti y Myonycteris torquata. También se manifiesta en primates no humanos como los chimpancés y gorilas. El virus llega a los humanos a través de estos animales salvajes -por ejemplo al comer carne infectada poco cocinada- y luego empieza a propagarse por un contacto directo de persona a persona, en concreto con los fluidos corporales de una persona infectada.
¿Cómo se manifiesta?
Los síntomas de la enfermedad pueden aparecer entre 2 y hasta 21 días después de la exposición al virus. Puede presentarse bruscamente con fiebre, dolor de cabeza, dolores articulares y musculares, debilidad, diarrea, vómitos, dolor de estómago, falta de apetito y sangrado anormal, y, en los casos más graves, funciones renal y hepática alteradas e intensas hemorragias internas y externas.
¿Cuánto tarda en manifestarse?
Como decíamos, el periodo de incubación varía de 2 a 21 días, aunque generalmente los síntomas aparecen entre los 5 y 10 primeros días tras el contagio.
¿Cómo se transmite?
Hay que tener en cuenta dos aspectos fundamentales: las personas que están infectadas, pero que aún no han desarrollado los síntomas, no transmiten la enfermedad. Y, por otra parte, es importante saber que sólo se contagia por contacto directo con la sangre o los fluidos corporales (sudor, saliva, semen…) de una persona infectada –y, como decíamos, con síntomas de la enfermedad-, personas fallecidas infectadas y por la exposición a objetos que han sido contaminados con secreciones infectadas (agujas, jeringuillas, ropa, etcétera).
También se puede contraer a través del contacto directo con sangre u otros fluidos corporales de animales salvajes, como monos, antílopes selváticos y murciélagos, vivos o muertos, y por el consumo de su carne mal cocinada. No se transmite, por lo tanto, ni por el agua ni por el aire.
¿Hay personas con un mayor riesgo de infección?
Por razones obvias, las personas que presentan un mayor riesgo de contagio son todas aquellas que han estado en contacto directo con enfermos, sobre todo el personal sanitario, los familiares o personas que hayan estado en contacto estrecho con infectados o fallecidos por el virus o cazadores que hayan tenido contacto con animales muertos en los lugares afectados por el brote.
¿Qué medidas se deben tomar para evitar el contagio?
La higiene es, en este caso, fundamental. Hay que mantener unas normas básicas de higiene (lavado de manos frecuente con jabón o antiséptico) y evitar el contacto directo con la sangre, órganos u otros fluidos corporales de un enfermo, así como con objetos que pudieran estar contaminados por esos fluidos.
¿Cómo se diagnostica?
En principio, hay que estar atentos a la sintomatología, pero no hay que caer en la psicosis porque, en su fase inicial, hay una serie de síntomas que son comunes a otras muchas dolencias, desde una gripe a problemas más graves, muy habituales en las zonas de África donde la enfermedad se está cebando especialmente, como el paludismo, el cólera, la peste, la fiebre tifoidea u otras fiebres de tipo hemorrágico. Por eso, para confirmar la enfermedad son necesarias pruebas de laboratorio. Una vez que se comprueba que un paciente presenta síntomas compatibles con la enfermedad (especialmente fiebre alta y persistente) se le somete a análisis de orina y saliva. Los exámenes más comunes, según la OMS, son pruebas de: inmunoabsorción enzimática (Elisa), detección de antígenos, seroneutralización, reacción en cadena de polimerasa con transcriptasa inversa y aislamiento del virus mediante cultivo celular. Las muestras de los pacientes infectados tienen un enorme peligro biológico y han de tomarse en condiciones de máxima protección, cumpliendo un estricto protocolo de seguridad.
La casualidad ha querido que, el diagnóstico positivo de la auxiliar de enfermería coincida en el tiempo con el otoño, cuando los casos de gripe se multiplican. Por eso, hay que estar alerta, pero no ser alarmistas.
¿Tiene cura?
Por el momento, la respuesta es negativa. Se están poniendo a prueba tratamientos experimentales para combatir la epidemia, pero aún no hay un tratamiento definitivo. No existe un tratamiento específico ni una vacuna fiables que hayan dado resultados positivos concluyentes en humanos. La esperanza son unos cócteles de anticuerpos que han sido probados con éxito en monos y experimentalmente en algunas personas, el más conocido de ellos el ZMapp. La producción a gran escala de estos medicamentos, que resulta muy lenta, es el principal reto en estos momentos, ya que se dispone de muy pocas unidades, y se encuentran, en este momento, agotadas. Otra vía de investigación que se está probando es el tratamiento con plasma o suero de convalecientes que han superado la enfermedad, como es el caso de la hermana Paciencia, una religiosa que atendió a Miguel Pajares y que se curó de la enfermedad. Todo parece indicar que su suero se está utilizando en la auxiliar de enfermería infectada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha autorizado la investigación con ocho tratamientos experimentales y dos vacunas, pero todo parece indicar que la primera vacuna no estará disponible hasta marzo del año que viene.
¿Cómo funcionan los anticuerpos?
El cuerpo humano tiene la capacidad de generar por sí mismo los anticuerpos para combatir el ébola al igual que cualquier otra infección, aunque el problema es que el avance del virus dentro del organismo hasta resultar mortal es tan rápido que el cuerpo no tiene tiempo de generar las defensas. Los anticuerpos o inmunoglobulinas son grandes proteínas capaces de reconocer determinadas moléculas invasoras y adherirse a ellas bloqueándolas.
¿Por qué es este brote tan difícil de contener?
Según Unicef, el actual brote de Ébola es el peor y más dañino del que se tiene constancia. Se trata de un brote complejo que, hasta ahora, se había extendido en cinco países africanos. Como la propagación del virus aumenta, se vuelve aún más difícil de contener. Esta es también la primera vez que el virus se extiende tan rápidamente a las zonas urbanas y densamente pobladas (en contraposición a las zonas rurales), lo que hace que sea mucho más difícil identificar quién lo tiene y quién se contagió. También es más difícil impedir que la gente salga de la zona.