Cada poco tiempo desde la comunidad científica nos llega un nuevo estudio con informaciones contradictorias. Mientras algunos aseguran que no hay diferencias significativas en su contenido nutricional; otros, como el realizado por un grupo de expertos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) y que hace unas semanas publicaba la prestigiosa revista científica British Journal of Nutrition, nos asegura que los alimentos ecológicos contienen más antioxidantes y menos metales tóxicos y pesticidas. Pero, ¿hasta qué punto podemos tomarlo como una ventaja para la salud de los consumidores? Como decíamos, las opiniones están divididas.
Según han señalado los autores e investigadores de este metaestudio, que analiza los datos recogidos los últimos años en 343 publicaciones sobre agricultura ecológica, las concentraciones de antioxidantes como polifenoles son entre el 18% y el 69% más altos en cultivos de producción ecológica. ¿Y esto qué quiere decir? Tal y como nos cuenta la experta en nutrición y colaboradora de ¡Hola! En Forma Marta Lorenzo, “una mayor concentración de antioxidantes en la dieta previene dolencias crónicas como pueden ser enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas o algunos tipos de cáncer”.
Sin embargo J.M. Mulet, autor de Comer sin miedo y doctor en bioquímica y biología molecular, no ve correlación directa. “Curiosamente hace muy poco salió un estudio realizado sobre más de un millón de ciudadanas británicas, durante un periodo de casi 10 años donde se decía claramente que los niveles de cáncer son prácticamente iguales entre consumidores de ecológico y convencional. Y aquí sí que hablamos de efecto sobre la salud y no de contenido nutricional. Además, en el estudio de Newcastle también se señala a una disminución en el contenido de aminoácidos y proteínas esenciales para la salud”.
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Mulet, que en su libro nos ilustra sobre los mitos y mentiras de la alimentación en el siglo XXI, desconfía de todo aquello que lleve puesta la etiqueta de ‘ecológico’ o ‘natural’ o ‘sin conservantes’. “No hay prácticamente nada que sea 100% natural. Todo lo que nos rodea está formado por átomos, que a su vez se unen para formar moléculas y eso es lo que estudia la química. Todo es química. La comida no es una excepción. Puede que lo más natural sea lo que recolectes con tus propias manos”.
Precisamente, cada vez más personas, incluso restaurantes, cultivan sus propias frutas y verduras. Es el caso del cocinero Fernando del Cerro, chef del restaurante Casa José en Aranjuez: “La única manera de asegurar que las frutas y verduras conserven sus propiedades y vitaminas es recolectándolas directamente de la mata, más allá de si provienen de la agricultura convencional o de la ecológica. Esto se aprecia en la durabilidad de los productos. En la comercialización a gran escala, las grandes firmas de semillas ‘fabrican’ frutos a medida para que sean resistentes a la maduración, con un grosor de piel que resista los golpes, los viajes… Y esto ocurre también en productos de agricultura ecológica”.
Sin embargo, el cultivo biológico presume de otras ventajas como que “no se utilicen productos químicos sintéticos, plaguicidas, fertilizantes, etc. Se cuida el suelo y se respeta el medio ambiente del lugar donde se produce, evitando contaminarlo”, nos indica Victor Gonzálvez, director técnico de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica. El estudio de los investigadores de Newcastle muestra, por ejemplo, niveles de metales pesados tóxicos inferiores a los de la agricultura convencional (casi un 50% menos en el caso del cadmio). ¿Esto quiere decir que la agricultura convencional sea peligrosa para la salud o más nefasta para el medio ambiente? “Podemos comer tranquilos porque las alertas alimentarias o las intoxicaciones son afortunadamente cada vez más raras. Eso no quiere decir que comamos bien, porque abusamos de las grasas y de los azúcares y comemos poca fibra, pero, en general, no hay riesgos. Aunque naturales, en la agricultura ecológica también se emplean fertilizantes, algunos de ellos muy contaminantes como las sales de cobre”, afirma J.M.Mulet.
Respecto a ellas (las sales de cobre), la Sociedad Española de Agricultura Ecológica asegura que su uso va reduciéndose progresivamente y que, incluso, en algunos países de la Unión Europea como Dinamarca los agricultores ecológicos han decidido no usarlo. “Efectivamente se puede utilizar el sulfato de cobre, un producto natural (no sintético), como fungicida para enfermedades, como venía haciéndose en agricultura tradicional, desde tiempos de los romanos…. Es cierto que tiene potencial para ocasionar contaminación en los suelos ya que es un metal pesado, sobre todo en suelos no alcalinos. Pero el impacto en nuestros suelos es mucho menor que en otros. Su uso actualmente está limitado a un máximo por 6 kg/ha y año”, nos indica Victor Gonzálvez.
Y tú, ¿qué opinas? ¿consumes productos ecológicos?¿cambia este estudio tu postura?