Podemos estar viviendo un episodio de estrés y no darle toda la importancia que deberíamos. De hecho, muchas de las molestias físicas que padecemos en ocasiones, pueden estar precisamente provocadas por el estrés. Por este motivo, sólo si se reconocen sus síntomas, podremos evaluar y determinar cuáles son sus causas y poner remedio a esta enfermedad.
Y es que cada persona siente y expresa el estrés de manera distinta. No hay que olvidar que el estrés en bajas dosis es algo normal y resulta una defensa del organismo ante los distintos desafíos de la vida.
Sin embargo, el problema llega, una vez más, por el exceso. Hay unos síntomas comunes entre quienes padecen unos niveles altos y perjudiciales de estrés. Así, hasta un 53% de las personas que acusan estrés lo manifiestan con nerviosismo y tensión muscular (46%), como principales síntomas, seguidos por los trastornos gastrointestinales, dolores de espalda y los episodios de insomnio (con un 40% en los tres casos). Estas son las conclusiones del Centro Nascia, que ha analizado los distintos síntomas más frecuentemente descritos por las personas que lo padecen.
Además, de entre todos los casos analizados, el 89% refleja una respiración deficiente, bien por hiperventilación o por un patrón respiratorio irregular. En el primer caso, la respiración es constante pero a un ritmo superior al saludable, hasta más de 24 veces por minuto, cuando el ritmo óptimo y saludable está entre 6 y 10 respiraciones por minuto en reposo para los adultos. En cuanto al patrón irregular, se refiere a la existencia de numerosas respiraciones cortas unidas a otras más profundas, desequilibrios entre inhalación y exhalación, etc. Estos trastornos en la respiración generan a largo plazo cuadros de fatiga crónica, taquicardias, sensación de ahogo, ansiedad, etc.
Por último, las mujeres reflejan el 70% de estos síntomas frente al 30% de casos en hombres. Esto corrobora el dato del Instituto Nacional de Estadística que señala que siete de cada diez consumidores de psicofármacos de tipo ansiolítico son mujeres.
Dos grupos de síntomas
Para llevar a cabo este estudio, se han distinguido entre síntomas de tipo fisiológico y síntomas de aspectos cognitivos relacionados con las actitudes o pensamientos. Los primeros se posicionan como los más recurrentes y son, además, los que en mayor medida preocupan a las personas por alterar su día a día. Entre ellos, destaca la tensión muscular general excesiva, que provoca dolores de cabeza, bruxismo, mayor propensión a lesiones y dolores musculares generalizados. Le siguen de forma cercana los trastornos gastrointestinales y el insomnio. A veces también se presentan situaciones de ahogo y dificultad al respirar, síntoma que preocupa especialmente ya que se relaciona con alguna patología cardiovascular.
En cuanto a los síntomas cognitivos, prevalecen los relacionados con el nerviosismo, dificultad para concentrarse, negatividad y derrotismo o ansiedad.
Según la intensidad y frecuencia de estos síntomas, se puede determinar el nivel de estrés en cada momento. No es lo mismo un dolor de cabeza o trastornos estomacales esporádicos, que si estos se repiten varias veces a la semana. Igual sucede ante una situación puntual de insomnio, causado por un problema concreto, o si se sufre de forma habitual.
En cuanto a las recomendaciones, los expertos de Nascia aconsejan aprender a manejar el estrés tanto en situaciones de mayor presión como en épocas tranquilas, para que no derive en una patología más complicada.