“Con frecuencia veo en mi consulta pacientes que llevan más de veinte años sufriendo los efectos de esta enfermedad, pacientes que ocultan su piel de manera sistemática”, asegura la doctora Ana Isabel Sánchez Moya.
Según la dermatóloga, miembro del equipo del doctor Ricardo Ruiz en la Clínica Dermatológica Internacional y en la Unidad de Dermatología de la Clínica Ruber, y responsable de la nueva unidad para el tratamiento de la psoriasis, a pesar de ser muy frecuente y visible, la psoriasis es desconocida para la población general, lo que dificulta las relaciones del paciente afectado con su entorno laboral y social.
¿Qué es la psoriasis?
El primer paso es conocer el problema. Nos encontramos frente a una enfermedad cutánea inflamatoria crónica que afecta aproximadamente al 2% de la población mundial. Considerada como enfermedad autoinmune, suele manifestarse entre los 15 y los 30 años de edad -aunque también afecta a personas mayores y a niños- y no es contagiosa.
¿Cuáles son sus síntomas?
La psoriasis se manifiesta en forma de descamación y rojeces en áreas corporales visibles pero puede afectar también a las articulaciones (artritis, dactilitis, entesitis) o asociarse a un mayor riesgo de padecer síndrome metabólico (obesidad abdominal, dislipemia e hiperglucemias), a la enfermedad de Crohn o a la depresión.
Según la doctora Sánchez Moya, la psoriasis afecta también a las esferas psico emotiva, social y laboral del paciente. “A pesar de su carácter benigno, tiene una repercusión muy importante en la calidad de vida de los pacientes que la sufren”, asegura. De hecho, la carga psicológica de esta enfermedad ha quedado reflejada en múltiples estudios donde se describe que más de un 75% de los pacientes con psoriasis sufren inseguridad, estrés y angustia a causa de esta enfermedad.
¿Tiene cura?
Lamentablemente, no podemos responder de forma afirmativa. Estamos ante una patología de carácter crónico. Las opciones terapéuticas, por tanto, tienen como objetivo evitar los efectos adversos de esta patología y, eso sí, mejorar de forma muy evidente la calidad de vida de estos pacientes. Según la doctora Sánchez-Moya, en la actualidad existe un arsenal terapéutico que, empleado de manera individualizada ofrece resultados muy satisfactorios en el tratamiento de esta enfermedad.
“En nuestra unidad valoramos de forma individualizada a los enfermos de psoriasis con el objetivo de diagnosticar las patologías asociadas y proponer el tratamiento más adecuado en cada caso”, afirma la Dra. Sánchez Moya.
Algunas opciones de tratamiento para la psoriasis
-Fototerapia. Se trata de un sistema no agresivo que emplea fuentes de luz directamente sobre la piel. Empleada en el tratamiento de enfermedades cutáneas como la dermatitis atópica o el vitíligo, es una de las opciones más efectivas en el tratamiento de la psoriasis, con una tasa de éxito del 70% de las lesiones en más del 80% de los pacientes. “Para evitar las consecuencias negativas de la radiación, la fototerapia de última generación utiliza únicamente rayos ultravioleta B de banda estrecha (una longitud de onda que no es perjudicial para la piel)”, asegura Sánchez Moya.
-Tratamiento tópico (en crema). Adaptadas a las necesidades del paciente mediante la formulación magistral, estas fórmulas ricas en principios activos eficaces, como los retinoies, derivados de vitamina D, coaltares, ureas, salicilatos… constituyen una interesante opción terapéutica para determinados tipos de pacientes. “Uno de nuestros objetivos en el tratamiento tópico de la psoriasis es evitar el uso de corticoides tópico como base única de tratamiento, ya que su uso de manera continuada produce taquifilaxia (pérdida de eficacia) y un rebrote tras su cese”, asegura la doctora.
-Láser Excimer. Es una opción interesante para la psoriasis en extensiones limitadas como el cuero cabelludo o las palmas de manos y pies, donde los tratamientos tópicos y la fototerapia convencional son de difícil aplicación. “La diferencia fundamental con la fototerapia es que pueden utilizarse niveles de energía superiores además de poder dirigirlo selectivamente a una placa concreta, esto reduce el número de sesiones y la radiación acumulada”.
Para los casos más severos existe la opción de los tratamientos sistémicos clásicos y de los fármacos biológicos, que actúan directamente sobre los mecanismos inmunológicos que desarrollan la enfermedad. En ambos casos debe haber una supervisión médica muy estricta. En cualquier caso, es el dermatólogo quien mejor puede determinar el tratamiento que debemos elegir en cada caso.