Este 2014 la gripe ha empezado pisando fuerte. Ya durante las últimas semanas del pasado mes de diciembre, y a lo largo de estos primeros días del recién estrenado año, son muchas las personas que han pasado por episodios de gripe. Estamos ante un pico que alcanza ya las dimensiones de epidemia en algunas regiones de España. Son éstas las semanas más complicadas, en las que el virus hace mella en la salud de muchas personas. Ahora bien, aunque todos somos susceptibles de padecerlo, no todos sabemos cómo prevenirlo o tratarlo adecuadamente. De hecho, ¿sabrías diferenciar una gripe de un proceso catarral?
¿Resfriado o gripe?
Los expertos de la Asociación para el Autocuidado de la Salud (anefp) coinciden en que muchas personas no saben diferenciar cuándo se encuentran ante una gripe o ante un simple resfriado común. Y es que es cierto que los síntomas pueden ser similares en una y otra infección, aunque existen diferencias en cuanto a su duración e intensidad. Sin embargo, se trata de dos enfermedades distintas que no evolucionan del mismo modo, y que, por tanto, debemos saber diferencias para poder procurar el tratamiento adecuado a cada caso.
En primer lugar, hay que tener en cuenta qué la ocasiona. La gripe está provocada por un virus, el Influenzavirus, del que existen tres tipos, el A, el B y el C, divididos, a su vez, en varios subtipos. Aunque es un virus que muta cada año, siempre pertenece a una misma familia, por lo que se puede prevenir la aparición de la gripe gracias a las campañas de vacunación, recomendadas a los grupos de población con más riesgo de padecerla, como niños o ancianos. Por el contrario, el resfriado está provocado por multitud de virus de diferentes familias (rinovirus y coronavirus, entre otros), por lo que no puede combatirse con ninguna vacuna capaz de atacar a todos ellos, si bien algunas medidas preventivas pueden hacer a las personas menos proclives a padecerlo.
Gripe:
-Causa: Virus influenza.
-Periodo de incubación: 18-36 horas.
-Posibles complicaciones: Infecciones bacterianas, otras enfermedades graves, como la neumonía, empeoramiento de enfermedades crónicas preexistentes como diabetes, asma o problemas cardiacos.
-Fiebre: Alta (38-40º)
-Dolor de cabeza: De elevada intensidad.
-Secreción nasal: Ocasional.
-Estornudos: Ocasionales.
-Tos: Húmeda, con flemas y muy persistente.
-Dolor de garganta: Nulo o leve.
-Irritación ocular: Ocasional.
-Dolor muscular: Frecuente.
-Fatiga: Muy fuerte.
-Energía: Agotamiento general para realizar las actividades diarias.
-Apetito: Disminuye.
Resfriado común:
-Causa: Rinovirus, coronavirus, otros virus.
-Periodo de incubación: 48-72 horas.
-Posibles complicaciones: Infecciones bacterianas, como la sinusitis, la bronquitis o la otitis.
-Fiebre: Rara.
-Dolor de cabeza: Raro.
-Secreción nasal: Abundante.
-Estornudos: Frecuentes.
-Tos: Seca y leve.
-Dolor de garganta: Intenso (con dificultad para tragar).
-Irritación ocular: Frecuente.
-Dolor muscular: Raro.
-Fatiga: Rara.
-Energía: No afecta.
-Apetito: En general, no varía.
Otra diferencia es que los resfriados resultan relativamente inofensivos y sus síntomas suelen remitir por sí mismos, gracias a las defensas naturales del organismo, en un periodo de tiempo que puede oscilar entre los tres y los seis días. Por el contrario, el virus de la gripe, aún cuando suele resultar leve, sí puede llegar a desencadenar una enfermedad de mayor gravedad y afecta en especial a personas con dolencias previas.
¿Se puede prevenir? Tal vez en esta ocasión llegamos ya tarde, y ya has pasado esos días en cama, con malestar y fiebre. Pero, en todo caso, queremos darte una serie de recomendaciones para intentar prevenir el contagio en otra ocasión.
- Evitar los cambios bruscos de temperatura y los espacios cerrados.
- Cuidar la higiene personal lavándose con frecuencia las manos y no tocándose la nariz o los ojos tras haber estado en contacto con personas infectadas o posibles objetos contaminados.
- Mantener una alimentación adecuada rica en frutas y verduras.
- Beber muchos líquidos.
- Procura no fumar.
- Del mismo modo, el estrés, la falta de descanso o una dieta inapropiada pueden colaborar a que nuestro cuerpo no se encuentre en condiciones de resistir al contagio.