Uno de los proyectos más interesantes de la Sociedad Española de Oncología es su repaso histórico a los diferentes tipos de tumores, y cómo estos y sus tratamientos han evolucionado a lo largo de los últimos treinta años. El mes de julio, en concreto, lo dedicaban al cáncer de próstata, uno de los tipos de tumor más extendidos entre los hombres, y cuyo índice de superviviencia ha pasado del 69 por ciento que se registraba en los años 70, al 99 por ciento de hoy.
Es decir, una ganancia de aproximadamente un 1 por ciento cada año, que, aunque pueda parecer insignificante a pequeña escala, al contrastarla con los más de 25.000 casos de cáncer de próstata que se diagnostican al año, concluye con un grueso de casi 14.000 pacientes más que presentan anualmente una supervivencia prolongada, con tratamientos a menudo bien tolerados.
En los últimos años, el 'arsenal' terapéutico disponible para combatir o tratar el cáncer ha ido creciendo significativamente, multiplicando las alternativas de tratamiento sistémico que tenían los pacientes con enfermedad metastásica tres décadas atrás: desde la aprobación de la Flutamida (un antiandrógeno que bloquea la actividad de la testosterona) como tratamiento hormonal, hasta los fármacos preventivos desarrollados a partir del año 2000, o los más recientes estudios, que redefinen el papel de la radioterapia en los tratamientos de personas con cáncer.
Pequeños avances que, considerados de manera aislada, resultarían de escasa relevancia, pero que tomados de forma conjunta han convertido este tipo de cáncer en uno de los que mejores perspectivas presenta tras un primer pronóstico. Eso sí: fundamental diagnosticarlo lo antes posible, realizando revisiones rutinarias especialmente a partir de los 50, o incluso cinco años antes, en los hombres con antecedentes familiares de cáncer prostático o de cualquier otro tipo.
El cáncer de próstata tiene una incidencia similar al de mama en la mujer, y uno de cada diez hombres será diagnosticado a lo largo de su vida.