¿Duermes peor las noches de verano?
La falta de horas de descanso puede acabar pasándote factura
Aún no han llegado las noches sofocantes de verano, esas noches en las que en determinadas ciudades no se baja de la barrera de los 20º, las llamadas noches tropicales... pero llegarán. ¿La consecuencia? Noches en vela o con un descanso de menos cantidad y, lo que es aún peor, calidad. El calor es muchas veces el culpable de tus desvelos, pero también influye que se trasnocha más, a la vez que se adelanta la hora de entrada al trabajo por las jornadas intensivas. Y la falta de sueño te acaba pasando factura. Tal vez no te has parado a pensarlo, pero pasamos una tercera parte de nuestras vidas durmiendo. Por eso, es muy importante que el descanso que obtengamos de las horas de sueño sea completo y reparador, sin alteraciones que puedan afectar a nuestro organismo de una u otra manera. Para obtener los mejores beneficios de las horas que pasamos durmiendo, la firma Tempur, fabricante de productos de descanso de gama alta, te resume sus detalles a tener en cuenta para facilitar un buen descanso:
Ojo con los horarios. En primer lugar, se recomienda mantener una rutina de horarios, al menos en la medida de lo posible: ser regulares a la hora de acostarnos y levantarnos da estabilidad a nuestro organismo, ayuda a relajarse, y permite dormirse más rápido. Acostarte tarde en verano debería ser una excepción, no la norma.
Los viajes. El verano suele ser una época de desplazamientos por vacaciones, y los cambios de zona horaria afectan a nuestro organismo. Conviene intentar adaptarse a los horarios nocturnos del país de destino desde nuestra llegada. También, para prepararse, especialmente en el caso de grandes diferencias horarias y para los niños, uno puede ir modificando poco a poco sus horarios para ir adaptándolos un poco a los del país de destino. Resultará más fácil acostumbrarse a los horarios locales una vez llegados al destino.
La temperatura sí importa. Debemos orientar nuestro dormitorio al descanso y la relajación. La temperatura ideal es de 18º C. Los colchones de material viscoelástico, por ejemplo, son también capaces de adaptarse a la temperatura corporal, así como la ropa de cama (productos que poseen una capa fría y otra caliente)
Intenta ventilar. Debemos mantener bien ventilada la habitación, sobre todo antes de irnos a la cama, así garantizaremos unos niveles correctos de humedad.
Cenas ligeras. Se desaconsejan las cenas copiosas o con muchas grasas.
¿En qué postura conviene dormir? Existe unanimidad en el rechazo de la postura boca abajo puesto que puede producir lesiones y dificultar la respiración. Neil McKenna, fisioterapeuta del Instituto de Rehabilitación de Chicago, aconseja siempre el acompañamiento de almohadas: “Si duermes de lado, mantén las piernas rectas y coloca una almohada entre las rodillas para aliviar la presión sobre caderas y espalda. En caso de dormir boca arriba, sitúa la almohada debajo de las rodillas, y si es al revés, colócala bajo el abdomen”. Desde el Colegio Profesional de Fisioterapeutas, su vocal, Eduardo Zamorano, insiste en que la postura ideal para dormir es de lado, caderas y piernas flexionadas (posición fetal).
Elegir un buen 'equipo'. Por último, no hay que olvidar que el colchón no es lo único importante, ha de acompañarse siempre de una almohada y un somier. La base de la cama influye siempre sobre las propiedades de cada colchón, debemos estar atentos a las características del mismo para elegir una base u otra. Un buen colchón sobre una base de calidad regular se puede comparar a un buen coche con amortiguadores deficientes.
Más productivos. Todos estos condicionantes, acompañados de una media diaria de sueño que los expertos cifran en 8,16 horas, suponen un aumento de la productividad laboral así como un menor absentismo y un menor índice de estrés. Además, un placentero descanso ayuda a reducir la incidencia de otros problemas que pueden acarrear las alteraciones del sueño, por ejemplo, la ansiedad.