Linfedema y lipedema. Dos palabras tal vez desconocidas para muchas personas, pero un lastre de peso para quien las padece. Si nos quedamos sólo en las palabras, a simple vista podemos observar que ambas comparten el término edema, lo que nos da una pista sobre la existencia de una hinchazón en alguna parte del cuerpo. Pero, ¿por qué se producen? ¿A quién afectan especialmente? ¿Qué tratamientos hay en la actualidad?
Hemos querido profundizar en este tema hablando con la doctora Belén Alonso, médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación y experta en Linfología del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid. Y es que es un tema que afecta en mayor medida a la mujer, y en el caso del linfedema, muy especialmente a las mujeres operadas de cáncer de mama, para las que esta patología se convierte en una secuela con la que han de convivir tras haber incluso superado la enfermedad. Dos problemas estéticos, pero, sobre todo, médicos, que hay que conocer y tratar.
En primer lugar, conviene que acerquemos al lector a dos términos que quizá no conozca o no sepa diferenciar, linfedema y lipedema, ¿qué hay tras estas dos palabras? ¿Están relacionados ambos problemas?
El linfedema es un acúmulo de líquido linfático, que es un líquido que existe en el organismo. Por circunstancias determinadas, como pueden ser enfermedades o malformaciones del propio sistema de nacimiento, es decir, congénitas, no funciona bien, no drena ese líquido correctamente y la consecuencia es que éste se acumula. El linfedema suele darse en una extremidad, por ejemplo en el brazo en el caso de mujeres con cáncer de mama a las que se han quitado los ganglios de la axila, o en una pierna, o en los genitales. Normalmente es una acumulación unilateral.
En cambio, el lipedema no es una acumulación de líquido linfático -aunque al final los pacientes puede acabar teniéndolo también-, sino que se trata de un acúmulo de células grasas, y normalmente es más bilateral. La localización más común, en mujeres, es en las piernas y suele aparecer en los dos lados, en ambas piernas. En el lipedema, al principio, lo que hay es sólo grasa, no hay un acúmulo de líquido linfático, no estamos, pues, ante una insuficiencia venosa, no es un problema circulatorio. Lo que pasa es que al cabo del tiempo el propio acúmulo de grasa sí que obstruye los conductos linfáticos y puede producir un linfedema secundario, por lo cual se acumula líquido linfático y grasa, y eso se llamaría lipolinfedema, para complicarlo aún más. Es más complejo de tratar y hay que combinar los tratamientos de ambas patologías.
¿Qué tienen en común?
Son muy similares, sobre todo, en la exploración. Cuando el linfedema se da en las dos extremidades, sí que se pueden parecer. Y al inicio sí que se pueden parecer más. Hay que recurrir entonces a pruebas diagnósticas para diferenciarlos, no sólo a la exploración.
¿Cuáles son esas pruebas diagnósticas?
Ante cualquier tipo de edema, sea venoso, sea linfático o sea de grasa, conviene hacer una analítica sanguínea completa. A veces hay acúmulos de líquidos que pueden aparecer por enfermedades renales, por problemas hepáticos, por pérdida de proteínas, etcétera. La analítica nos ayuda en esos casos. Después, hay técnicas de imagen, como una ecografía o una resonancia –más cara-, que nos permite ver si lo que hay debajo es grasa o líquido. Y para saber realmente el funcionamiento del sistema linfático hay que hacer una prueba que se realiza en los servicios de medicina nuclear, que se llama linfografía isotópica, en la que se inyecta en el lecho de los dedos de la mano o del pie -depende de dónde esté el acúmulo de líquido-, un isótopo radiactivo y se va viendo al cabo del tiempo cómo se distribuye por el sistema linfático. Se ve si funciona bien, si va rápido, lento, si hay zonas que no drenan bien… esa sería la prueba definitiva.
¿Por qué aparecen estas patologías?
En el caso del linfedema, si miramos el mundo entero, la causa más frecuente es la picadura de un mosquito, sobre todo en África, que es la filariasis. Si nos movemos en Occidente, el más frecuente es el que aparece como consecuencia de un proceso oncológico como el cáncer de mama, y a otros procesos tumorales, como cáncer de próstata, melanoma… pero sobre todo a cáncer de mama.
El linfedema localizado en las piernas, ¿por qué suele aparecer?
Suele aparecer por tumores o enfermedades malignas del aparato genital, como cáncer de ovario, cáncer de próstata en el varón… porque en estos procesos también hay que quitar ganglios, en este caso de la zona abdominal o inguinal. Hay acumulación de arriba abajo. Lo normal es que el linfedema afecte a la extremidad completa. Y en las piernas también tenemos el linfedema primario, del que no hay causa conocida, que es cuando se nace con un defecto del sistema linfático. Naces con pocos ganglios o con ganglios que no funcionan bien.
¿Hay algún componente genético?
Hay un componente familiar. Pero lo cierto es que no está muy bien estudiada la parte genética del linfedema ni del lipedema. Se están empezando a definir en los últimos años algunos genes que sí que están relacionados con la enfermedad, pero no se hacen actualmente estudios genéticos a todos los pacientes, no sería asumible, pues un estudio genético es muy complejo. Solamente procede en enfermedades donde hay antecedentes en la familia. Además, el linfedema puede aparecer aislado –el paciente sólo tiene linfemema-, sin más, o ir de la mano de otras patologías, constituyendo lo que es un síndrome más complejo. Esos sí que son hereditarios. Y pueden tener linfedemas y otras alteraciones vasculares u otras enfermedades asociadas, y ahí sí que procede el estudio genético.
¿Son considerados problemas médicos o tan sólo estéticos?
El problema del lipedema, es que al principo, puede ser solo estético, pero cuando es avanzado constituye también un problema médico. Cuando progresa mucho y el acúmulo de grasa se convierte en lo que llamamos una lipodistrofia, ya nos encontramos con miembros muy voluminosos, no se pueden mover las articulaciones, caminan mal…
Un número considerable de mujeres operadas de cáncer de mama desarrolla linfedema, ¿cuál es la razón?
Cuando hay una enfermedad que afecta a la axila, como el cáncer de mama, que se disemina inmediatamente a la axila, hay que quitar los ganglios. Esos ganglios forman parte del sistema linfático, por lo que estamos alterando la anatomía del sistema. Si además de quitar ganglios, recurrimos a la radioterapia, que, entre comillas, quema las células malas, pero también produce una quemadura de lo que queda, se produce una alteración de los vasos linfáticos y de los ganglios de la zona de la axila, zona importantísima, porque por ahí atraviesa el líquido linfático del brazo en su recorrido. La linfa es un líquido que está en constante producción. En ese brazo al que le han quitado los ganglios axilares, sube de la mano al codo y del codo a la axila, llega a la axila y no sabe por dónde tirar. Y entonces se acumula.
Estamos, pues, ante un problema añadido para las mujeres con cáncer de mama, al margen de la enfermedad onocológica en sí…
En las mujeres que se curan del cáncer, pueden llegar a olvidar la enfermedad, pero la secuela del linfedema se convierte en una prioridad, porque su brazo es un problema crónico. No hay ningún tratamiento definitivo, hoy por hoy, aunque hay algunas técnicas quirúrgicas que pueden aliviarlo, pero no podríamos decir que es una enfermedad curable, en la actualidad. Llegar a olvidarse completamente del problema hoy por hoy no es posible. Habría que hacer tratamientos, masajes linfáticos, ponerse prendas de contención, y con eso se controla, pero no desaparece.
¿Qué tratamiento se recomienda?
No hay un tratamiento único que mejore la situación, el tratamiento del linfedema es un tratamiento combinado, lo que llamamos terapia descongestiva del linfedema, que incluye varias cosas: drenaje linfático manual, vendajes multicapa en algunos casos –se venda el miembro para evitar que se vuelva a rellenar de líquido una vez que lo hemos drenado, porque el masaje linfático lo que hace es vaciar esa extremidad de líquido, pero si no ponemos nada, se vuelve a rellenar-, también se puede poner una prenda de contención, como una manga o un guante que se hacen en ortopedias, o las medias de contención en el caso de las piernas.
Y luego son también importantísimos los cuidados posturales, como tener el brazo o las piernas en alto; también el ejercicio físico; y cada vez se está dando más importancia al control del peso corporal. Si hay un índice de masa corporal muy aumentado, el linfedema va a empeorar, y si el paciente pierde peso, el paciente va a mejorar, eso está demostrado. Aunque no hay ninguna dieta específica ni mágica para este problema. La alimentación ha de ser adecuada para mantener el peso corporal que esa paciente debe tener. Ha de ser una dieta variada, normal, mediterránea.
¿Afectan más a la mujer que al hombre?
El linfedema puede afectar a ambos sexos, pero como el cáncer de mama es la enfermedad más importante que lo provoca, es más frecuente en mujeres. También aparece en hombres con cáncer de próstata, melanoma, sarcoma de Kaposi…. Y el lipedema sí que es una patología propia de mujeres.
¿Qué relación hay entre lipedema y celulitis?
El término celulitis, en realidad, sería un lipedema. El lipedema es una acumulación de grasa. La celulitis se da cuando ese acúmulo de grasa está más localizado en algunas zonas. Podríamos decir que es un lipedema local: un lipedema de caderas, un lipedema de tripa, un lipedema de brazos. La llamada celulitis no deja de ser un acúmulo de tejido graso. Lo que pasa es que el lipedema como tal es algo más generalizado, afecta a toda la extremidad, no afecta sólo a la cartuchera.
¿Cuándo una persona acude con un problema de edemas a su consulta, cuál es el protocolo?
Lo primero una historia clínica completa, para saber si hay antecedentes de alguna enfermedad que pueda estar relacionada, si hay antecedentes familiares, y si hay alguna cuestión que pueda haber generado el acúmulo de líquido, sea una fractura, un traumatismo, una operación de varices, o muchas otras causas. A partir de ahí, hay que hacer una exploración completa, minuciosa, mirar, palpar y medir el edema. Después, en función de eso, la sospecha nos va a llevar a pensar que es un tipo u otro, y en base a esa sospecha clínica pedimos unas pruebas u otras. Un ejemplo, si a mí me viene una mujer, operada de un cáncer de mama, a la que le han quitado 20 ganglios, y le han dado radioterapia, y al cabo de un mes aparece con un brazo hinchado, no le pido ninguna prueba, porque es blanco y en botella. Ya me viene el diagnóstico hecho.
¿Las mujeres con cáncer de mama suelen acudir a su consulta para tratar este problema?
La situación ha cambiado muchísimo en los últimos 10 años. Hace una década, pocas pacientes eran correctamente atendidas de esta patología, pero en los últimos años, los médicos de rehabilitación nos hemos incorporado a comités de tumores, a grupos de trabajo de hospitales grandes. Yo trabajo en el Ramón y Cajal y pertenezco a la Unidad de Patología Mamaria del hospital. Los rehabilitadores estamos ahí y recibimos y tratamos a estas mujeres. Además, en nuestro hospital hemos organizado unas charlas informativas para personas con factores de riesgo o bien que ya tienen linfedema. Hacemos una al mes, duran una hora y media, y les explicamos qué es la patología, cómo se puede evitar que aparezca, cómo se puede tratar, qué tiene que hacer el paciente cuando ya está diagnosticado, y luego los fisioterapeutas les muestran unos vídeos de ejercicios que les van bien… hacemos educación sanitaria. Y ahí captamos muchos enfermos. Pero sí que es verdad que hay muchas zonas de España donde todavía hoy no hay esa cobertura, no hay especialistas ni unidades como ésta a la que yo pertenezco, porque son hospitales más pequeños o zonas rurales, y entonces sí que hay pacientes sin tratar. Además las unidades de patología mamaria llevan tiempo funcionando, pero con médicos rehabilitadores hay muy pocas. Va aumentando el número de pacientes que se valoran y se tratan muy poco a poco. Además, hay más conocimiento y más interés por los propios médicos que tratan el cáncer. Porque antes le daban poca importancia a las secuelas, porque lo importante era la vida. Ahora que se consigue salvar la vida en un alto porcentaje de pacientes, también hay que abordar esas secuelas.
Porque esas secuelas se convierten en un lastre para las mujeres que las padecen…
Sí, tienen unas consecuencias todos los niveles. Este fin de semana, por ejemplo, doy una charla en el Congreso Internacional de Linfología, que se celebra en Valencia, y voy a responder a una pregunta que es si el linfedema puede ser una enfermedad discapacitante, y la respuesta es que sí. Porque produce secuelas físicas, ya que un linfedema puede ser muy voluminoso, y hacer que pese mucho el brazo, y no se pueda mover bien. Pero tiene también secuelas psicológicas importantes: primero, porque les recuerda la enfermedad que tuvieron, segundo, porque tienen que tener cuidados con el brazo ya para siempre, ya que es un proceso crónico, y además, pueden surgir complicaciones.
¿Cuál es la complicación más habitual?
La complicación más importante y la que más evitamos que ocurra es la infección. Nos encontramos con un brazo o una pierna en la que se pueden producir infecciones con facilidad. Es una extremidad más vulnerable a la infección. Una herida, una picadura de mosquito, un arañazo, un padrastro en una uña, una quemadura en la cocina… cosas muy corrientes de la vida diaria pueden ser una vía de entrada de gérmenes que producen una infección en la extremidad que hay que tratar con antibióticos, y que muchas veces, si no se trata a tiempo, exigen ingreso hospitalario para tratarlo adecuadamente.
Esa es la principal complicación, pero hay más, como las alteraciones de la piel. Cuando el linfedema no se trata o no se controla, puede aparecer papilomatosis, puede salir el líquido por la piel, al rebosar, etcétera.
El diagnóstico es, pues, fundamental.
Así es. Es importante que haya una buena valoración médica, es decir, cuando a una persona se le hinchan las piernas, que no por su cuenta y riesgo se haga un tratamiento, o se tome un brebaje, o un producto drenante. Hay que hacer una correcta valoración, saber si tiene un problema vascular o no. Es un problema que hay que diagnosticar y tratar adecuadamente.
En verano se hinchan más las piernas, esto es normal, ¿verdad?
Lo normal en el verano es la vasodilatación por la propia temperatura. Si estamos mucho de pie y tenemos insuficiencia venosa aunque sea leve, acumulamos líquido venoso. Se hinchan un poco los pies, y eso entraría dentro de lo no patológico.
Más información
Doctora Belén Alonso. Grupo de Dermatología Dr. Pedro Jaén . C/ Cinca, nº 30. Madrid.