No es uno de los tipos de tumor más frecuentes (representa entre el 1 y el 2% del total de cánceres), y tal vez ése es el motivo por el que estás mucho más informada de otros tipos de cáncer, como el de mama o el de colon. Pero el cáncer de tiroides es el más común dentro de las neoplasias malignas orientadas en órganos endocrinos, ya que supone más del 92% de ellos. Además, no está de más aproximarnos a una dolencia cuya prevalencia, no obstante, va en aumento, y en nuestro país ya se diagnostican al año 2,1 casos por cada 100.000 habitantes al año, mientras que la cifra en mujeres se triplica (6 casos por 100.000 habitantes/año). “La buena noticia es que la tasa de mortalidad en España es menor que la media europea (0,53 y 0,68 /100.000 personas-año en varones y mujeres, respectivamente), lo que hace que en la mayoría de los casos sea un tumor con buen pronóstico”, comenta la doctora Elena Navarro, endocrinóloga del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, que participa en el 55º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Las mujeres, más afectadas
Según explica la doctora, existen varios tipos de cáncer de tiroides. “Cada uno de los tipos tiene una evolución clínica y un pronóstico diferente, y afectan a un amplio espectro de la población, desde la infancia hasta edades adultas”, indica la doctora Navarro. No obstante, este tipo de neoplasia es más frecuente en mujeres, unas tres veces más que en los hombres, y su prevalencia se incrementa con la edad hasta alcanzar el máximo pico en torno a los 45-64 años en mujeres y entre 50 y 64 años en varones. “Aunque no existe un perfil estándar, sí podríamos poner como media una mujer asintomática (único síntoma nódulo en el cuello) en la cuarta y quinta década de la vida”, añade esta experta.
La exposición a radiaciones ionizantes en la infancia (causadas, por ejemplo, por tratamientos con radioterapia o por accidentes industriales o nucleares), es el factor que más claramente está en relación con el desarrollo de cáncer de tiroides, aunque también intervienen otros aspectos como el déficit de yodo. “No se ha encontrado, sin embargo, ninguna relación con otros factores externos como el tabaco, la contaminación ambiental o la ocupación”, reconoce la doctora Navarro. Asimismo, el componente genético es clave en el desarrollo del cáncer medular de tiroides, ya que en aproximadamente un 40% se asocia a una enfermedad hereditaria (lo que se denomina neoplasia endocrina múltiple).
Mejora del diagnóstico
Como decíamos, han aumentado los casos, pero según los expertos, ese aumento de la incidencia responde a los avances en las técnicas de diagnóstico precoz, principalmente el estudio ecográfico y la punción aspirada, lo que ha permitido monitorizar cánceres de muy pequeño tamaño. A juicio de esta experta, “también ha habido una mejora en las técnicas de vigilancia como la aparición de un marcador tumoral –la tiroglobulina-, que es muy sensible y específico; la ecografía cervical para detectar posibles ganglios cervicales, rastreos de radioyodo, etcétera”. Además, un gran avance para los casos en los que intervenga el componente hereditario, es el desarrollo del estudio genético, que ha posibilitado detectar la mutación familiar y estudiar a los familiares en primer grado, incluso en los niños menores de 5 años y, en el caso de anomalía genética, los especialistas optan habitualmente por la cirugía precoz.
Nuevos avances
Además, se sigue avanzando en diferentes líneas de investigación y actualmente la investigación en cáncer de tiroides está dirigida fundamentalmente al estudio molecular de estos tumores, con el fin de detectar cuáles son las anomalías que ponen en marcha el desarrollo y crecimiento de los mismos y determinar un distinto comportamiento clínico y una respuesta distinta al tratamiento. “El conocimiento de estas anomalías moleculares nos permitirá, además, el desarrollo de fármacos específicos para tratar aquellos tumores avanzados, que tienen peor pronóstico, crecen de forma más rápida y no responden al tratamiento con radioyodo”, explica la doctora Navarro.