Tres, dos, uno… ya se ha dado el pistoletazo de salida de la nueva temporada de esquí. Muchos aficionados a este deporte están ya contando los días en el calendario para calzarse, un año más, los esquís y deslizarse por la nieve -algunos afortunados ya han disfrutado de las primeras jornadas en la montaña, pues hay estaciones que ya han abierto-. Un deporte que ‘engancha’, pero ante el que hay que tener determinadas precauciones, sobre todo para evitar lesiones que pueden estropearnos la temporada invernal.
La equipación, básica
En los deportes de nieve, la equipación desempeña un papel fundamental. Por ello, el primer paso es preparar todos los materiales y hacer una puesta a punto adecuada, tanto de los esquís o snowboards, como del equipo. Tal y como nos explican en Grau Soler, especialistas en ortopedia deportiva, como en la gran mayoría de los deportes, existen diferentes niveles de esquí y lógicamente, no se requiere del mismo equipo para un esquiador aficionado, aunque tenga muy buen nivel, que un esquiador de competición. De todas formas, hay elementos indispensables para todo tipo de esquiadores.
Según Beatriz Camós, experta en ortopedia especializada en deportes, para evitar lesiones es imprescindible ir bien equipado. Así, los esquís deben ser adecuados al nivel del deportista, con las fijaciones adaptadas a la bota y al peso del esquiador. La experta recomienda que antes de llevar artículos prestados, que pueden no adaptarse a las necesidades del deportista, es mejor opción alquilarlos.
Siguiendo con las botas, deben ser del número de pie correcto, sobre todo, que no sean demasiado grandes, ya que tienen que sujetar bien el pie y el tobillo. Pueden tener diferentes tipos de dureza y cuando más rígidas, más fuerza tendrá que hacer el deportista para flexionar el tobillo.
La ropa interior tiene que ser térmica, y la exterior transpirable e impermeable. Y para finalizar la equipación, las protecciones del equipo de esquí deberían ser la llamada ‘tortuga’ para la protección de la espalda, casco, gafas y guantes.
Las lesiones más frecuentes
Hay lesiones que son más habituales cuando se practican deportes de nieve. Así, son frecuentes las lesiones de rodillas y muñecas, a nivel de ligamentos, y el hombro es otra de las partes que más sufre.
¿Qué podemos hacer?
Si te has decidido a estrenar la temporada, ten en cuenta que empezar a esquiar sin preparación previa nos expone a padecer lesiones óseas, musculares y articulares, que luego precisan de un prolongado tratamiento y no están exentas de secuelas posteriores. Es conveniente que practiques ejercicios adecuados para desentumecer los músculos y las articulaciones y poder así enfrentarte con garantías a la montaña y disfrutar de tu afición. El frío es un enemigo de los músculos y realizar movimientos violentos sin calentar previamente es causa muy frecuente de importantes lesiones musculares.
Por eso, Beatriz Camós recomienda un calentamiento previo a la práctica del ejercicio, mínimo de 15 minutos, un entrenamiento adecuado y comer y beber correctamente durante la práctica del deporte, porque todo ello nos evitará el cansancio y otros males posteriores como las agujetas. Aparte de esquiar en pistas adecuadas para el nivel de cada esquiador, al finalizar la jornada se aconseja realizar estiramientos.
Ojo con la piel
No nos cansaremos de repetir la necesidad de utilizar filtros solares de protección muy alta o total, los cuales deben renovarse periódicamente, sobre todo en alta montaña. Para los labios también es necesario el uso de cremas protectoras especiales para dicha zona, ya sea como prevención o como tratamiento. Para proteger los ojos de la alta intensidad solar, no hay que olvidarse nunca de las gafas. Y sobre todo, ser prudentes a la exposición solar. Los días soleados y sin nubes invitan a disminuir la ropa de abrigo y a exponer partes no habituales de la piel a sus radiaciones. Estando en la alta montaña y con nieve esto es muy peligroso, pues la fuerza del sol se multiplica por la acción de los cristales de hielo.
Y al acabar la jornada... es conveniente una ducha de agua tibia con un gel adecuado y la aplicación posterior de una crema hidratante, sobre todo en las zonas de piel que han padecido con mayor intensidad los rigores del clima.