“Pequeño, acorralado, triste”. Así se siente un paciente joven diagnosticado de dolor crónico. Un dolor que le impide llevar una vida normal. Y éste es tan sólo un testimonio. “Tengo que organizar toda mi vida en torno al dolor”, apunta otro paciente. “Una vida con dolor es un camino largo y lleno de curvas y callejones. Unas veces te lleva por túneles negros, otras veces el sol ilumina el camino. Lo más frecuente, sin embargo, es que el sol se oculte detrás de las nubes”, asevera otro. Testimonios reales recogidos en el estudio PainStory, un trabajo que pretende conocer cómo es la vida cotidiana de un paciente con dolor crónico, así como analizar cómo se está tratando este problema en Europa (en concreto se realizó entre 294 pacientes de 13 países europeos).
Y lo cierto es que aún queda mucho por hacer en este campo: los resultados del estudio demuestran que el dolor crónico tiene un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes. De hecho, seis de cada 10 pacientes, a pesar de estar en tratamiento, siente que este problema controla su vida.
Por este motivo, parece constatarse que esta epidemia silenciosa no es tratada como se merece y que se hace necesaria una respuesta coordinada de las instituciones. Es ahí cuando nos encontramos con una iniciativa como Mundipharma, una plataforma dirigida a pacientes y a profesionales sanitarios centrada en la formación, comunicación y sensibilización acerca del óptimo manejo del tratamiento del dolor en España, que nace con el objetivo de sensibilizar a la sociedad del impacto que el dolor crónico tiene en más de cinco millones de españoles. Hemos hablado con su director, José Ramón Cisneros, sobre este problema.
La primera pregunta, tal vez la más importante: ¿Un paciente con dolor crónico debe resignarse a vivir padeciéndolo para siempre?
Yo creo que no. De hecho, considero que esta forma de pensar constituye un tremendo error, provocado por el desconocimiento de las posibilidades que hay para combatirlo. Y ésta es la idea que subyace en el nacimiento del Instituto Mundipharma: informar sobre las posibilidades que tienen estos pacientes de tener una vida mejor. En España hay excelentes profesionales sanitarios, que dedican mucho tiempo y esfuerzo en aliviar el dolor de sus pacientes, en mantenerse actualizados en los últimos avances disponibles para ayudarles y en buscar continuamente sinergias entre los diferentes especialistas, con un único objetivo, precisamente, que los pacientes no tengan que resignarse a vivir con dolor, sino todo lo contrario, tratar a estos pacientes, para que dejen de sufrir.
¿Cuáles son las causas del dolor crónico?
Las causas de este tipo de dolor son múltiples y de muy diversa naturaleza, pero tienen su origen mayoritariamente en problemas osteoarticulares. La artrosis y artritis son las causas más frecuentes de dolor crónico, y afectan aproximadamente a un tercio de los pacientes, seguido de las hernias de disco (u otros problemas de los discos intervertebrales) y los traumatismos.
¿Hay datos acerca de si afecta más a mujeres que a hombres?
Hay muchos datos que indican que este tipo de dolor afecta más a mujeres, aunque obviamente hay diferencias cuando evaluamos estos datos en función de las causas de ese dolor. Pero sin tener en cuenta el origen del dolor, y a partir de los datos de algunos estudios relevantes sobre este tema, podemos decir que entre el 52 y 66% de las personas que sufren dolor crónico son mujeres.
¿Son procesos que suelen estar vinculados a la depresión?
Aunque las causas del dolor pueden no estar vinculadas a la depresión, el dolor sí es muy frecuente que esté ligado a estados depresivos. Las personas que sufren dolor durante largos periodos de tiempo es frecuente que desarrollen círculos viciosos, que paradójicamente conducen a un aumento del mismo: el dolor lleva a la inactividad, ésta al aislamiento social, que a su vez provoca en la persona ansiedad, preocupación o incluso ira, y deriva en depresión, la cual a su vez provoca una menor resistencia física y cansancio, que deriva en un aumento del dolor, cerrando un círculo fatal para quien está atrapado en él, ya que cada vez se siente más impotente para escapar. Pero también en este ámbito, hay profesionales sanitarios que pueden ayudarles a “cerrar la puerta”, y reducir la sensación de dolor.
¿En qué momento puede una persona saber que el tipo de dolor que padece es crónico?
La consideración de dolor crónico se realiza en función del tiempo de duración de ese dolor. Para el dolor crónico que no tiene un origen oncológico, se considera que tres meses es el punto que divide lo que conocemos como dolor agudo, del dolor crónico. Pero quizás sea mucho más relevante para quien padece dolor, identificar el dolor crónico de otro modo: pensando en si ese dolor tiene o no tiene “el objetivo de protegerle”. Por qué, porque entendemos por dolor agudo ese que actúa como un mecanismo defensivo, es el dolor que aparece por ejemplo cuando te quemas; ese dolor te está avisando de un peligro ¡cuidado, apártate del fuego!, o el dolor que aparece cuando te rompes una pierna, o te sometes a una cirugía. Todos ellos te avisan de una situación de peligro. Sin embargo, el dolor crónico pierde ese carácter protector. Cuando eso ocurre, la persona se enfrenta a un dolor crónico.
Tal vez uno de los mayores problemas viene a la hora de determinar cuál es la causa del dolor o el tipo de dolencia que el paciente padece y que lleva a muchos pacientes a ‘peregrinar’ por numerosas consultas sin dar con la razón de su dolor. ¿Por qué es tan complicado el diagnóstico?
Efectivamente, el retraso en el diagnóstico de las causas del dolor es una realidad, que tiene un gran impacto en la vida de los pacientes, tanto por el hecho de que retrasa su tratamiento, como porque esas idas y venidas de uno a otro médico buscando sin éxito una solución a un serio problema, suponen un gran desgaste físico y psicológico. Además, no podemos olvidar que muchos de estos pacientes son personas mayores, con graves limitaciones de movilidad, que dependen de cuidadores que les acompañen, por lo que el impacto afecta tanto a quien sufre dolor, como a personas de su entorno.
Y volviendo a su pregunta, ¿por qué es tan difícil su diagnóstico? En realidad diagnosticar el dolor es sencillo: si una persona dice que le duele, el diagnóstico está hecho: el paciente tiene dolor. Las complicaciones vienen cuando se trata de diagnosticar el origen de ese dolor, buscar qué se ha dañado y cómo y por qué ese daño llega a producir dolor, ya que las causas pueden ser numerosas e incluso pueden superponerse diversos procesos patológicos, que dificultan identificar en cuál de ellos está en el origen del dolor.
¿El dolor es un síntoma de otras dolencias o es una enfermedad en sí?
Cada vez es mayor el número de expertos que reconocen el dolor como una enfermedad en sí misma, que provoca cambios en las estructuras y las funciones del sistema nervioso, entre otros.
El reconocimiento del dolor como una enfermedad es tan elevado, que ha sido ha sido trasladado a las instituciones europeas, por un numeroso grupo de expertos multidisciplinares. Estos expertos han solicitado que tanto las instituciones gubernamentales europeas como los gobiernos de los estados miembros reconozcan el dolor como una enfermedad.
El mayor problema es que afecta de forma seria a la calidad de vida del paciente. ¿Qué puede aportarles en este sentido el Instituto Mundipharma?
Creo que la mayor aportación del Instituto en ese sentido es colaborar, junto con los profesionales sanitarios, en la divulgación del impacto que tiene el dolor, tanto en cada persona que lo padece como para la sociedad, porque una sociedad sensibilizada sobre un problema invierte recursos y esfuerzos en resolverlo. El dolor ha sido un gran olvidado política y socialmente durante mucho tiempo. Las personas se han resignado a sufrirlo, en numerosas ocasiones en silencio. Otros lo han aceptado como una consecuencia inevitable de un proceso: una caída, una operación o incluso la edad, y este planteamiento es erróneo. No hay que aceptar el dolor como algo irresoluble, porque hay muchos profesionales que pueden ayudar a aliviarlo, gracias a la disponibilidad de un amplio arsenal de técnicas y tratamientos. Si el Instituto ayuda a que esta idea se asiente en la conciencia social, habrá contribuido a dar un paso de gigante en el alivio del dolor de todas esas personas que hoy lo padecen. Un ejemplo excelente del impacto que puede tener la sensibilización de la sociedad lo tenemos en Italia, donde ya disponen de una ley cuya finalidad es proteger el derecho de los ciudadanos a tener acceso al tratamiento del dolor, que se está desarrollando con importantes proyectos ligados a la formación de los profesionales sanitarios y el requerimiento expreso de su valoración en la práctica clínica diaria, así como de los tratamientos administrados para aliviarlo y de su evolución.
Concretamente en nuestro país, le daré un dato: en la mayor encuesta realizada a nivel europeo acerca del dolor, más de 46.000 pacientes encuestados (www.EuropeanJournalPain.com), se pone de manifiesto que los pacientes españoles sufren dolor por más tiempo, nueve años, frente a la media europea, que es de siete años. Dos años padeciendo dolor crónico todos los días, es más que un deber, es una obligación por nuestra parte intentar contribuir a acerarnos cuanto antes a la media europea a corto plazo.
¿Se está avanzando en el campo de la investigación sobre las soluciones o posibles tratamientos para los casos de dolor crónico?
Sin duda alguna, estamos avanzando mucho. Al igual que los profesionales sanitarios están invirtiendo esfuerzos en tratar cada vez mejor a sus pacientes y aliviarles su dolor de una forma cada vez más rápida y eficaz, la industria farmacéutica también está invirtiendo una gran cantidad de recursos, tanto humanos como económicos, en la investigación y el desarrollo de nuevos fármacos y tecnología sanitaria que contribuyan a mejorar el control del dolor. En la actualidad hay numerosas moléculas en distintas fases de desarrollo, que esperamos que puedan estar pronto a disposición de las personas con dolor crónico, a través de los profesionales responsables de su cuidado.
Leemos que el dolor crónico cambia la vida de las personas que lo sufren y sigue siendo un problema sin resolver… ¿considera que esta situación se dará la vuelta en un futuro no muy lejano o el porvenir no es muy esperanzador para las personas que lo padecen?
La situación no creo que “dé la vuelta en un futuro no muy lejano”, si con ello entendemos que nadie sufrirá dolor dentro de cinco años. Ahora bien, estoy convencido de que sí hay un porvenir esperanzador para las personas que lo padecen, por muchas razones: Porque cada vez son menores los estigmas relacionados con la necesidad de aceptar el dolor, y esto ayuda a que las personas se enfrenten a él. Cada vez se caen más mitos injustificados que pesaban sobre los analgésicos más potentes que existen, pero por encima de todo, porque, como comentaba antes, cada vez hay más personas trabajando para conseguirlo: profesionales sanitarios, industria farmacéuticas, asociaciones de pacientes y organismos públicos trabajan para mejorar el futuro de las personas que sufren dolor, y seguro que conseguirán grandes éxitos en ese futuro no muy lejano que usted planteaba.
Fibromialgia, fatiga crónica, artritis… son dolencias muy relacionadas con el dolor. ¿Por qué siguen aumentando los casos?
Los casos aumentan por diversos motivos, uno de ellos, posiblemente el que más justifica este aumento, es que ahora se diagnostican muchos casos que antes pasaban inadvertidos, y eso es una muestra evidente de que las cosas están cambiando. Entre los ejemplos que ha mencionado, están dos entidades de muy difícil diagnóstico, la fibromialgia y fatiga crónica, a las que cada más se les presta una mayor atención, y por lo tanto se identifican y tratan más y mejor. Otro motivo también importante en el incremento de diagnósticos de enfermedades que cursan con dolor es el aumento de la esperanza de vida. A mayor edad, mayor desgaste y degeneración de los órganos y las estructuras óseas, y mayor frecuencia de complicaciones como la artrosis o los aplastamientos vertebrales. Y por supuesto, también tiene un peso relevante la mejora de los métodos diagnóstico, y mayor aún, la mejor formación y conocimiento de las patologías y estudios diagnósticos de los especialistas en el tratamiento del dolor.
Sin lugar a dudas las cosas están cambiando, y las personas con dolor crónico tienen motivos para ser optimistas.