En vacaciones, se relajan las costumbres: comemos más fuera, y, en general más cantidad de la habitual y abusando de fritos y dulces. Y no sólo nuestra figura se resiente. También puede pasar factura a nuestra salud cardiovascular, y más en concreto a nuestro colesterol, el segundo mayor factor de riesgo en el desarrollo de enfermedades del corazón. Según un artículo publicado en Revista Española de Cardiología (REC), en el que se dieron a conocer los resultados del Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular (ENRICA), más de un 46,7% de la población española sufre hipercolesterolemia y sólo la mitad sabe que la padece. Otro dato alarmante es que 28.000 personas mueren cada año en nuestro país debido a la obesidad y el sobrepeso, así lo indica un estudio llevado a cabo por diversos departamentos de Medicina Interna de hospitales españoles, publicado también en la revista de la Sociedad Española de Cardiología. Teniendo en cuenta estos datos, es importante cuidar los alimentos que escogemos, también durante la época estival.
Aumento de peso en vacaciones
Además, varios estudios demuestran que las personas que durante el año siguen en el control de su dieta, durante las vacaciones se relajan y cuidan menos su peso y las comidas, pudiendo llegar a aumentar hasta 2,5 kilos de peso.
Por ello, durante estas semanas de descanso, y en cualquier ambiente caluroso, es importante asegurar una alimentación saludable y equilibrada con una correcta hidratación, lo que nos ayudará a prevenir o reducir el colesterol. Es importante beber mucha agua y aprovechar la gran variedad de alimentos saludables que nos ofrece la dieta mediterránea.
Meritxell Gómez, experta del Programa NUSA, apunta algunos sencillos consejos que nos permitirán preparar una “neverita” cardiosaludable para disfrutar de la comida en la playa o, en general, fuera de casa. Y es que disfrutar del verano no está reñido con cuidar nuestra salud cardiovascular:
-Frutas y verduras: además de aportarnos vitaminas y antioxidantes, ayudan a estar hidratados durante los días de más calor.
-Bocadillos de pan integral con alimentos bajos en grasas saturadas (queso fresco, carnes blancas, embutidos magros o atún, por ejemplo) complementados con verduras y hortalizas crudas (lechuga, tomate, espárragos, etc.).
-Tomate y aceite de oliva para los aliños, con alto contenido de grasas insaturadas, muy buenas para combatir el colesterol.
-Frutos secos para un tentempié muy cardiosaludable cuando apetece picar entre horas.
-Los yogures bebibles son una buena opción. Las personas que necesitan reducir el colesterol pueden incorporar también lácteos reductores de colesterol con esteroles vegetales.
-Mantener la hidratación con agua y zumos de fruta.
La dieta mediterránea, gran aliada
La Fundación Española del Corazón (FEC) también ha aprovechado el verano para lanzar su mensaje sobre la importancia de mantener una buena alimentación, ya que la calidad de la dieta influye directamente en la salud de nuestro corazón, y puede llegar a reducir hasta un 30% el riesgo de enfermedad cardiovascular y disminuir hasta un 70% las probabilidades de volver a padecer una patología cardiovascular si ya hemos sufrido un problema previo. Según constatan diferentes estudios, la dieta es un elemento clave tanto en la prevención como en el tratamiento de cualquier enfermedad relacionada con el corazón. Una dieta equilibrada es la dieta de estilo mediterráneo, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2010, a la cual se le atribuyen múltiples propiedades saludables como la disminución de enfermedades cardiovasculares.
Según nos indica la Dra. Regina Dalmau, miembro de la sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) “la dieta mediterránea está basada en el consumo de productos vegetales (frutas, verduras, legumbres y frutos secos), pan y otros cereales (que contengan el trigo como alimento básico), productos lácteos preferiblemente desnatados, el aceite de oliva como grasa principal, y dentro de las proteínas priorizar el consumo de pescado y aves sobre el de la carnes rojas. Además, también es cardiosaludable el consumo regular de vino o cerveza en cantidades moderadas (dos vasos al día en varones, uno en mujeres)”.
“Las dietas bajas en grasas de origen animal (sobre todo grasas saturadas) y que potencian el consumo de frutas, verduras y productos integrales, disminuyen significativamente los niveles de colesterol en sangre, uno de los factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular”, apunta la Dra. Dalmau.
Ante estos datos, la FEC recuerda que siguiendo un estilo de vida más saludable se pueden llegar a prevenir hasta el 90% de los infartos. Por ese motivo recomienda combinar la práctica de ejercicio físico regular con la reducción del consumo de aquellos alimentos que hacen aumentar los niveles de colesterol, es decir, aquellos que contienen en mayor parte grasas de origen animal tales como el cerdo, la ternera o el cordero, así como evitar tomar lácteos no desnatados, mantequilla, bollería industrial, alimentos precocinados o snacks; y priorizar el consumo de grasas poliinsaturadas, como el pescado (rico en omega-3), ave o conejo, frutos secos, y monoinsaturadas, como el aceite de oliva.