Un tercio de la población española tiene hipertensión

Hay muchas personas que padecen este problema de salud y no han sido diagnosticados aún

por hola.com

La llaman la enfermedad silenciosa y es que pese a que afecta a un elevado porcentaje de personas, no da síntomas aparentes. Así, al menos el 33% de la población española tiene problemas de hipertensión arterial y, lo que es preocupante, un tercio de ellos no sabe que tiene este problema. Así lo refleja el Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España (ENRICA), que hace una completa fotografía de cuáles son los mayores factores de riesgo cardiovascular ligados a los estilos de vida que existen entre los españoles.


“Estamos hablando de que alrededor de 15 millones de personas en España son hipertensas, de los cuales sólo el 20% están bien controlados”. Según apunta el doctor José Ramón Banegas, del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid, y uno de los investigadores principales de este estudio, con motivo de su participación en la 17ª Reunión Nacional de la Sociedad Española de Hipertensión – Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), que se ha celebrado en Madrid.

¿Tenemos la tensión controlada?
Lo cierto es que, una vez se diagnostica, existen fármacos que pueden ayudarnos a controlar los datos de tensión arterial. Así, el 79% de aquellas personas que sí tienen conocimiento de su enfermedad cuenta con un tratamiento a base de fármacos hipertensivos, pero de éstos, sólo el 46% tiene su presión arterial controlada. Tanto el conocimiento de la enfermedad como su tratamiento son mayores según avanza la edad, aunque no ocurre lo mismo con el control, pues las personas más jóvenes con hipertensión suelen tener mejor controlada su tensión que aquellas que tienen mayor edad. “Esto se debe, probablemente, a que el control de la presión sistólica elevada entraña mayores dificultades en los más mayores”, apunta el doctor Banegas.

La influencia del estilo de vida
El Estudio ENRICA, llevado a cabo en casi 12.000 personas, se ha encargado de describir los factores de riesgo cardiovascular ligados a nuestros estilos de vida, como el tabaco, la actividad física y la alimentación, pero también aquellos factores biológicos, tales como el exceso de peso, el síndrome metabólico, la dislipemia o la diabetes, además de la citada hipertensión. “Se trata de conocer de primera mano también el conocimiento que la población española tiene sobre los síntomas de alerta que preceden a un ataque al corazón o un ictus, por ejemplo”, comenta el experto.

El tabaco, en el punto de mira
El estudio apunta, además, que el 28% de la población fuma –el tabaco es uno de los factores que incrementa el riesgo cardiovascular-, la mayoría a diario, aunque existe un 13% que lo hace de forma ocasional. “Es necesario resaltar que un 25% de los españoles son exfumadores. Viendo los datos podemos comprobar el alto grado de penetración que ha tenido y sigue teniendo este hábito entre la población de nuestro país”, indica el doctor Banegas.

El sedentarismo –sólo el 14% de los españoles puede considerarse activo-, la ingesta de grasas saturadas, o los cambios en las conductas alimentarias están incrementando también seriamente nuestro riesgo cardiovascular.

Desigualdades
Entre los principales resultados del Estudio ENRICA, cabe destacar la existencia de desigualdades socioeconómicas en la salud cardiovascular. En este sentido, aquellas personas con mayor nivel educativo tienen menor riesgo cardiovascular en algunos de los parámetros estudiados. “Resulta curioso, por ejemplo, comprobar que el porcentaje de hombres fumadores es más alto en el grupo de personas que tiene estudios primarios y secundarios, que en aquellos con estudios universitarios”, resalta el doctor Banegas. “En lo que se refiere a las mujeres, son las que tienen niveles educativos más altos las que engloban la mayor frecuencia de abandono del hábito tabáquico”.

En este sentido, también se da entre las clases más bajas un mayor índice de personas con hipertensión, obesidad, diabetes o síndrome metabólico, así como de inactividad física.