La gota suele relacionarse, inevitablemente, con un proceso muy doloroso. Y así es. Esta enfermedad reumática, que cursa con dolor e inflamación en las articulaciones, afecta a alrededor del 1% de la población adulta, pudiendo llegar al 6% en hombres mayores de 70 años, según un reciente estudio realizado en Estados Unidos. Además, los datos confirman que la prevalencia de la gota está creciendo en los países de nuestro entorno, por lo que es necesario ahondar en las causas de este aumento. Los expertos lo tienen claro: los culpables son factores como los malos hábitos alimenticios y la aparición de otras enfermedades asociadas a la mayor longevidad de la población. “Influyen la falta de ejercicio, la mala alimentación, el crecimiento de la obesidad y el sedentarismo, así como la ingesta excesiva de alcohol”, apunta el doctor José Luño, jefe del Servicio de Nefrología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
La gota es una de las enfermedades más antiguas de las que se tiene constancia. Suele aparecer a partir de los 35 años, pero “los malos hábitos dietéticos observados en los jóvenes, como está pasando en países occidentales, aumentan el riesgo de contraerla”, añade el doctor Fernando Pérez, del Servicio de Reumatología del Hospital de Cruces, en Barakaldo. También influyen en su incremento el envejecimiento de la población y el empleo de medicamentos diuréticos, que elevan los niveles de ácido úrico.
¿Cómo se manifiesta?
La gota consiste en una reacción inflamatoria brusca e intensa por lo general en el dedo gordo del pie, aunque también puede presentarse en el resto del pie, el tobillo, las rodillas y, de forma menos frecuente, en los miembros superiores, explica el doctor Pérez. Está originada por una alta concentración de urato. El urato está disuelto en la sangre y es eliminado a través de la orina y las heces. Cuando los niveles de ácido úrico son muy altos (hiperuricemia) de forma prolongada en el tiempo, ya sea por un aumento en su producción o disminución en la excrección, se deposita en forma de cristales de urato monosódico en las articulaciones y se producen los ataques de gota. Tras la primera crisis de gota, la mayor parte de los pacientes padecerán otras crisis antes de un año.
La alimentación, papel clave
“Los alimentos que pueden aumentar el ácido úrico son, en general, todos los ricos en proteínas, en especial carnes rojas y vísceras, pero también hortalizas como espárragos, guisantes, tomates, espinacas; y legumbres como las lentejas, por su alto contenido en purinas”, explica la doctora Marian Goicoechea, del Servicio de Nefrología del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid.
Posibles complicaciones
Entre las complicaciones de la gota a largo plazo se encuentran las lesiones en los huesos y las articulaciones y la aparición de bultos en la piel y las articulaciones, llamados tofos. La hiperuricemia también se asocia a mayor riesgo de cálculos renales. Por todos estos motivos, se sigue investigando en nuevos tratamientos -el último de ellos, el , febuxostat, acaba de ser aprobado en España-.