Poco a poco, con septiembre en el horizonte, vemos cada vez más cerca el fin de las vacaciones. Pero si eres de los afortunados que aún disfrutas de días de asueto, tal vez te vengan bien estas recomendaciones de la Fundación Española del Corazón (FEC) para mantener sano tu corazón en estos días de calor extremo, que además de aumentar el riesgo de deshidratación si no se bebe la cantidad suficiente de líquido, incrementan las posibilidades de sufrir una vasodilatación de las arterias o de padecer hipotensión arterial, especialmente entre aquellos que toman fármacos para la hipertensión. Y si ya estás de vuelta, estos hábitos saludables también pueden venirte bien en cualquier época del año. Toma nota.
Desayuno mediterráneo
Numerosos estudios demuestran que la dieta mediterránea es la mejor aliada de un enfermo del corazón. Para comenzar el día, nada mejor que coger fuerzas con un desayuno equilibrado, haciendo especial hincapié en los cereales integrales, ricos en vitaminas y fibra, necesaria para regular el colesterol. Además, puedes acompañarlo de alguna fruta de temporada o el zumo de naranja. Los lácteos es preferible tomarlos desnatados para controlar mejor el peso.
Si estás en la playa, ¡paseo matutino!
El calor no puede servir como excusa para dejar de hacer ejercicio, tan sólo hay que reajustar los horarios y protegerse del sol. La FEC recomienda que durante los días de calor se haga ejercicio a primera hora de la mañana. Este consejo es primordial para los enfermos de corazón, ya que un golpe de calor puede ser el comienzo de un infarto. Un paseo diario de una hora es seguro, tiene importantes beneficios cardiosaludables y mejora la circulación. Y si además lo haces en la playa, ¡mejor que mejor! Al andar por la arena, ésta provoca un efecto masaje sobre los pies, uno de los principales centros del sistema nervioso, por lo que ayuda a relajarse y a eliminar tensión.
Mucha agua
No paramos de repetirlo: beber agua es fundamental. A lo largo de todo el día es importante acordarse de la hidratación, sobre todo en el caso de personas mayores, que muchas veces no tienen sensación de sed, pero que igualmente pierden líquidos al sudar más de lo normal debido al calor. Aunque depende de cada organismo, de media se deben ingerir entre dos y dos litros y medio diarios para mantener el equilibrio hídrico. En el caso de los enfermos con insuficiencia cardíaca, se recomienda que acudan al especialista para recibir asesoramiento sobre cómo deben hidratarse sin perjudicar su salud. El agua y los zumos naturales son las bebidas por excelencia para el verano, pero no hay que abusar de los que son ricos en azúcares.
Baños en el mar, con precaución
Nadar es un ejercicio cardiosaludable, aunque los enfermos del corazón tienen que respetar algunas normas como no nadar en lugares de fuerte oleaje que requieran un esfuerzo físico extra. Un baño en el mar aporta relajación, remineraliza la piel y es una ocasión perfecta para hacer ejercicio. Cuando se padece del corazón es más recomendable nadar a braza, espalda o estilo libre que a mariposa. Otro aspecto a tener muy en cuenta es la temperatura del agua: los cardiólogos desaconsejan bañarse en aguas por debajo de los 25º C, ya que el frío puede ser un desencadenante de arritmias o estrechar las arterias coronarias y producir una angina de pecho.
El pescado, una buena opción
Uno de los grandes placeres veraniegos consiste en disfrutar de las comidas al aire libre, ya sea por vacaciones, encuentros familiares o fiestas patronales. Estas situaciones son, posiblemente, las que mayor peligro entrañan para la salud, en el caso de que se elija un menú poco cardiosaludable en el que prevalezcan las carnes grasas, los fritos y los rebozados. Una de las mejores opciones para evitar riesgos es decantarse por los pescados de temporada. Algunos de ellos también son aptos para asar a la parrilla, por lo que son perfectos para las barbacoas. El bonito, como pescado azul que es, ayuda a reducir el colesterol, ya que es una gran fuente de omega 3. Los pescados en conserva o salazón tienen un alto contenido en sodio, pero existen otros pescados ideales para las parrillas como los boquerones o las anchoas, siempre frescos.
Infusiones en vez de café
En la dieta habitual de un enfermo del corazón, el café no es muy recomendable, por ello muchos pacientes lo sustituyen, por ejemplo, por el té verde, muy rico en antioxidantes. Aún así, es preferible decantarse por infusiones sin teína, pues ésta puede elevar la tensión arterial. En verano, consumir infusiones calientes suele ser menos apetecible, aunque existen modalidades como el té mentolado árabe que, pese a estar caliente, aporta sensación de frescor. Durante estos meses, no hay porqué abandonar un hábito tan saludable como el de tomar infusiones, puesto que el hielo puede convertirse en nuestro gran aliado.
Sí a la siesta
La siesta es una de las costumbres más arraigadas en España. Durante los meses de trabajo, descansar alrededor de 20 minutos por la tarde es una buena forma de recuperar fuerzas para afrontar el resto del día. ¿Por qué no hacerlo también en vacaciones? Aunque se puede pensar que en vacaciones no es necesario, diferentes estudios ponen de manifiesto que la siesta no sólo sirve para recuperar energía, sino que también es una fuente de relajación que ayuda a reducir la presión arterial e incluso el estrés, uno de los factores de riesgo en enfermedades cardiovasculares. En verano, dormir la siesta es una actividad que ayuda a combatir las horas del día de más calor, en las que es aconsejable no exponerse al sol, ni realizar actividades físicas. Eso sí, si lo haces en la playa, siempre bajo la sombrilla.
El sol, necesario
El sol es responsable de las reservas de vitamina D de nuestro organismo. Varios estudios auspiciados por la Asociación Americana del Corazón ponen de manifiesto que la carencia de este nutriente está directamente relacionada con la aparición de la hipertensión, los ataques cardíacos, la diabetes o el ictus. El 90% de la vitamina D proviene de la exposición solar y sólo el 10% de la dieta, por este motivo, el verano es la estación perfecta para recargar las reservas de vitamina D, aunque hay que hacerlo con mucha precaución, utilizando cremas de protección solar y evitando exponerse al sol desde el mediodía hasta las seis de la tarde. Los expertos aseguran que con una exposición de tan sólo cinco o diez minutos es suficiente para ayudar a metabolizar la tan necesaria vitamina D.
Ojo con el alcohol
Tomar algo en la terracita es una tentación para resguardarse del sol y refrescarse. Los especialistas recuerdan que no hay que confundir hidratación con el abuso de bebidas alcohólicas. La cerveza, por ejemplo, tiene un efecto diurético, por lo que, lejos de lo que muchos piensan, no es la mejor aliada en verano. Los enfermos del corazón tienen que evitar especialmente este tipo de bebidas; sin embargo, sí pueden tomar una copita de vino tinto siempre que su médico se lo permita.
Y de cena, ¡verduras!
En verano, es habitual comer o cenar fuera de casa, pero en lugar de consumir platos precocinados o con salsas, se debe optar por los alimentos cocinados en el momento, preferiblemente a la parrilla o al vapor. Es un momento ideal para decantarse por las parrilladas de verdura. Y es que los meses de verano son los mejores para disfrutar de los productos de la huerta y no sólo en ensalada. El calabacín, los espárragos trigueros, la berenjena y los tomates, entre otras verduras, son un auténtico manjar preparados a la parrilla que agradecerá nuestro corazón.